'Leopoldo Sánchez del Vierzo', de José Antonio Balboa: un pintor leonés en el círculo de los Madrazo
'Leopoldo Sánchez del Vierzo' aborda una compleja y profunda recuperación de un interesante pintor berciano hasta ahora poco conocido
Si el lector tiene que reconocer su desconocimiento de Leopoldo Sánchez del Vierzo, puede hacerlo sin pudor. Porque es bastante probable que, salvo sus coterráneos villafranquinos (y no todos) y un puñado de intelectuales escogidos, la mayoría oigamos hablar de su existencia por primera vez precisamente estos días o, en el mejor de los casos, recordemos alguna noticia periodística en la que se le haya citado. El motivo no es otro que la presentación de un libro de José Antonio Balboa de Paz (Cacabelos, 1950) que es capaz de resumir en pocas palabras cuál ha sido su propósito: rescatar del olvido la vida y la obra de Leopoldo Sánchez del Vierzo, un pintor que, si bien no es de primera fila, tiene una obra meritoria, digna y, por múltiples razones, peculiar.
Si leer el prólogo de los libros es una buena costumbre, en este caso resulta obligado. Porque es en él donde el autor nos presenta la figura de Leopoldo Sánchez Díaz, un pintor nacido en Villafranca del Bierzo en 1830 que, a pesar de su temprano traslado a Madrid, seguirá pasionalmente vinculado a su tierra hasta su muerte en La Coruña en 1901. Y donde se resume la situación de partida de la investigación llevada a cabo: la de su completo olvido en los manuales de pintura dedicados al siglo XIX en el que trascurre su existencia, la ausencia de noticias fiables sobre su persona y su carrera artística, la donación que hace su nieto en 1983 a la Academia de San Fernando de una cincuentena de sus obras y el análisis crítico de las pocas publicaciones sobre el autor surgidas a raíz de esa donación.
A partir de ese prólogo introductorio y absolutamente necesario y un capítulo no menor sobre el siglo XIX, José Antonio Balboa transita por la vida de Leopoldo Sánchez a lo largo de dos centenares de páginas repartidas en seis capítulos que son coincidentes con aquellos momentos de inflexión de su vida: su infancia, formación, matrimonio y su carrera como profesor de dibujo en varias escuelas de Bellas Artes (Madrid, Cádiz, La Coruña). Es, desde luego, una tarea ingente que Balboa realiza acudiendo, como es habitual en él, a las fuentes que son ciertamente numerosas. Destacaré, además de las bibliográficas y periodísticas, las archivísticas, que me parecen especialmente importantes en este caso: las del Archivo Histórico Provincial de León, el Archivo General de Protocolos de La Coruña o el ARG.
Biografía del pintor
Fondo Escola de Bellas Artes. El resultado es una consistente biografía de este pintor de salud frágil que firmó como ‘Leopoldo Sánchez del Vierzo’ y del que hoy se conocen un centenar de obras de muy diferente valor artístico: dibujos, pintura de historia, religiosa y mitológica, cuadros de costumbres y retratos. Precisamente su dedicación a los retratos de nobles y burgueses (concebidos para un ámbito familiar y no público) así como a la costumbre de no firmar todas sus obras o hacerlo apenas con iniciales son dos de las mayores dificultades que se le presentan al estudioso a la hora de realizar la catalogación y el estudio y evolución de su pintura. Aun así, José Antonio Balboa es capaz de abordar en profundidad el estudio de su obra artística que se completa con la reproducción de ochenta obras de este pintor villafranquino, no ignorado en su tiempo, que se formó en Madrid bajo la dirección de los Madrazo, José y especialmente Federico, con los que mantuvo una estrecha relación de amistad.
Esa pertenencia al círculo de los Madrazo condicionó, como recuerda Balboa, sus “límites estéticos y estilísticos” e incluso su temática y esa especial dedicación al retrato “que cultivaría con maestría, aunque lejos del virtuosismo de aquellos”. A esa amistad debemos, curiosamente, cuatro retratos que se conservan de nuestro pintor realizados dos de ellos por Federico de Madrazo y Kuntz (1857 y 1870) y los otros por su hermano Luis (1862 y 1866). Y, como curiosidad, disponemos también de una única fotografía de Leopoldo Sánchez del Vierzo realizada por D. J. Laurent que se conserva en el Museo de Historia de Madrid.