"Creo que nunca se me apagará la llama de mi amor por la Semana Santa"
La Semana Santa ha sido una parte esencial en la vida de Diego Rodríguez, una tradición que ha marcado su infancia, adolescencia y su adultez. A lo largo de los años, esta festividad ha significado mucho para él, siendo no solo un evento religioso, sino también una manifestación profunda de su identidad familiar, social y personal. Diego siente que la Semana Santa es su "parte favorita del año" y asegura que "nunca cambiaría esta experiencia por nada".
Su primera procesión la vivió a los seis meses de edad, cuando su familia le hizo cofrade de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, una tradición que le fue transmitida por su padre al nacer. Para Diego, este acto simbólico marcó el comienzo de una vida llena de devoción y de recuerdos compartidos con su familia y amigos.
"Es una semana que pasa como si fuera una milésima de segundo"
"Es una semana que esperas con muchas ganas, pero que pasa tan rápido, como si fuera una milésima de segundo", confiesa Diego. Su conexión con la Semana Santa ha sido tan intensa que la ha compartido con su familia y amigos desde una temprana edad. En su niñez, fue monaguillo del paso Nuestra Madre Dolorosa, donde contribuyó a la ceremonia con el mismo fervor con el que hoy en día desempeña como bracero del mismo paso.
A lo largo de los años, Diego también se ha hecho parte de otras cofradías, siempre con el mismo entusiasmo que lo caracteriza. Fue desde muy niño cuando se unió a la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad. En la actualidad, es bracero del paso del Camino del Sepulcro, junto a su padre, sus tíos y sus primos. "La espera para salir con este paso es más larga, ya que solo recorre las calles de la ciudad cada dos años en la Procesión del Santo Entierro, que tiene lugar el Viernes Santo por la tarde", explica.
La Redención, una seña de identidad "única"
Con el paso de los años, amplió su participación al unirse a la Cofradía Nuestro Señor Jesús de la Redención, una hermandad en la que también se involucra con algunos de sus amigos más cercanos. "Me gusta mucho la seña de identidad de esta cofradía, como es el silencio y la disciplina", reflexiona. Estos valores de recogimiento y respeto son los que lo acompañan cada Domingo de Ramos por la tarde mientras porta al Ecce Homo.
Además, la Cofradía del Santo Cristo de la Bienaventuranza también tiene un lugar importante en su vida. Aquí, junto a sus amigos de toda la vida, ocupa el puesto de bracero del Nazareno. Para Diego, cada hermandad tiene una característica única, y todas juntas conforman su pasión desbordante por la Semana Santa.
"La Semana Santa va de generación en generación", nos explica, y no cabe duda de que Diego ha heredado el amor por esta tradición de sus familiares, y que lo seguirá transmitiendo en un futuro. "Creo que nunca se me apagará la llama de mi amor por la Semana Santa", sentencia. Para él, no hay una fuerza que apague esa ilusión, y mientras continúa esperando con ansias la llegada de esta semana tan especial, su devoción se mantendrá intacta, marcada por un sentimiento de familia, fe y amistad que lo acompaña desde que tenía tan solo seis meses.