"La experiencia de ser manola es preciosa"
Lucía Domínguez tiene 22 años y para ella, la Semana Santa es la mejor celebración del año. Desde pequeña, las procesiones han sido una tradición que ha marcado su vida. Como dice ella misma: "Desde que nací he ido a ver todas las procesiones, no me perdía ni una y vivía esa semana con muchísima ilusión". Esa pasión por la Semana Santa nació con su familia, pero fue ella quien, con apenas seis años, dio el primer paso hacia su inmersión en el mundo de las hermandades.
Cofrade desde los 6 años
"Con seis años, mis padres me dejaron apuntarme a mi primera cofradía con mis amigas, que fue Nuestra Señora de las Angustias y Soledad", recuerda Lucía. Durante varios años, fue papona de fila, participando activamente en las procesiones, pero su ambición fue creciendo con el paso del tiempo. A medida que observaba los pasos, pensaba: "Ojalá algún día pueda pujar uno, ojalá se cumpla".
A los 16 años, su sueño se hizo realidad cuando, por fin, pudo realizar una tirada en el paso de la Consolación. Una bracera le permitió vivir esa experiencia tan deseada. "Para mí fue súper emocionante, fue una sensación muy bonita y que recuerdo con mucho cariño. Se me ponía la piel de gallina y era una sensación inexplicable". Ese momento marcó un antes y un después, y a partir de ahí, Lucía comenzó a ser bracera en varias cofradías.
Hermana de las Bienaventuranzas
Con la misma edad, Lucía también se unió a las Bienaventuranzas, otra cofradía que le permitió seguir creciendo en su participación. En ella, comenzó pujando un paso destinado a niños, pero con el tiempo, se convirtió en bracera titular de la Virgen de la Misericordia. "Ahí salgo los Jueves Santo por la mañana. Es una virgen que me parece preciosa, su manto es precioso y me gusta muchísimo llevarla", dice. La Semana Santa en León cobra un matiz especial para Lucía, una ciudad que ella describe como "llena de belleza", donde las marchas y el incienso llenan de emoción a todos sus habitantes.
Una experiencia "preciosa": ser manola
Pero no solo ha sido bracera; hace tres años, Lucía dio un paso más y comenzó a salir como Manola, algo que siempre le había atraído pero nunca se había atrevido a hacer. "Eso me hizo especial ilusión porque siempre había querido probar y me había llamado la atención, pero nunca me había atrevido", comparte. Para ella, la experiencia de ser Manola es "preciosa", desde la preparación hasta la belleza que transmite ver a las mujeres vestidas con elegancia.
Además, también es parte de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, con la que acompaña a la Verónica cada Viernes Santo. En ocasiones, participa en otras cofradías como Minerva y Vera Cruz. Sin embargo, su salida oficial sigue siendo en el Viernes Santo.
La emoción por la Semana Santa de este año es palpable en sus palabras: "Estoy esperando con muchísima emoción la Semana Santa de este año, el olor a incienso, el volver a escuchar las marchas que son preciosas y toda la belleza que desprende la ciudad de León durante esta semana". Con una pasión inquebrantable, Lucía sigue viviendo la Semana Santa como lo hizo desde pequeña, siempre con la misma ilusión que la acompañó desde su primer paso como cofrade.