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365 leoneses | Maxi Álvarez, funcionario

"Soy de Trobajo del Camino y de Trobajo al cielo, eso lo tengo muy claro"

Maxi Álvarez junto a la moto de un amigo en Trobajo del Camino.
Maxi Álvarez ha dedicado su vida tanto al fútbol, su gran pasión, como al trabajo y al compromiso con Trobajo del Camino, siendo testigo de su evolución y luchando incansablemente por el futuro de su localidad

Maxi Álvarez es un hombre de 63 años, nacido en Trobajo del Camino, un pueblo por el que siente un cariño profundo y al que ha dedicado su vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Desde su niñez, ha estado ligado a su tierra natal, y aunque sus cuatro hermanos viven fuera de León, el vínculo con su pueblo nunca ha desaparecido.

"Soy muy de Trobajo y muy de León. Aquí nacimos todos mis hermanos, y aunque ellos han salido a buscar su vida, yo me quedé. Trobajo es mi vida, es mi pueblo, es mi casa", afirma Maxi, quien asegura haber vivido de cerca los efectos de la despoblación en la región. "En León llevamos tiempo sufriendo la despoblación, o como se quiera llamar, pero el cariño por nuestra tierra nunca se pierde." 

Una gran pasión por el fútbol

Desde los 12 años, Maxi ha estado vinculado al mundo del fútbol. Comenzó a jugar en el Huracán Z, un club que marcó su vida. "Mi historia deportiva ha sido larga, bonita y llena de buenos recuerdos. El fútbol fue mi pasión, aunque no tuve suerte con las lesiones. A los 17 años, me rompí la rodilla y el mismo año el tobillo, lo que me condicionó mucho", recuerda. A pesar de ello, no dejó de jugar hasta que, con 24 años, el Huracán descendió a Preferente y él se casó con su mujer pasando a tener otras prioridades.

Cuando su hijo empezó a jugar en la categoría benjamines del mismo club, Maxi encontró una nueva forma de implicarse. "Me ofrecieron ser delegado, y de ahí pasé a involucrarme más en la directiva hasta llegar a ser secretario del club. Fue una etapa muy bonita, sobre todo cuando conseguimos ascender a Tercera División y el juvenil alcanzó la categoría nacional", comenta.

En cuanto a su ámbito profesional, Maxi ha trabajado desde muy joven. A los 16 años, decidió dejar los estudios debido a sus "dificultades con los libros" y se incorporó al mundo laboral. "Mi familia siempre me apoyó. Hablamos y, con el consenso de mis padres, decidí ponerme a trabajar", dice. Comenzó como fontanero y, con 18 años, entró en una empresa de montajes industriales, donde trabajó hasta los 28 años. Luego, pasó 10 años en una fábrica de leche y mantequilla en mantenimiento, y finalmente lleva 26 años como funcionario en la administración local de San Andrés del Rabanedo, donde tiene la oportunidad de contribuir al desarrollo de su comunidad.

La tierra que nunca abandona

"Soy de Trobajo del Camino y de Trobajo al cielo, eso lo tengo muy claro", afirma Maxi. Su amor por su pueblo es incuestionable, y su dedicación al trabajo en su comunidad le permite sentirse orgulloso de contribuir al crecimiento de su entorno. "Es una suerte trabajar en mi pueblo, en mi tierra. Aquí pasé mi infancia, y ahora sigo aquí, rodeado de mis recuerdos y mi gente."

Sin embargo, Maxi no es ajeno a los cambios que ha sufrido la localidad a lo largo de los años. Trobajo del Camino ha pasado de ser un pueblo rural a una zona más cosmopolita. Aunque el cambio tiene sus aspectos positivos, Maxi lamenta que en los últimos años, el pueblo se haya estancado. "Nos hemos convertido en una especie de 'ciudad dormitorio', un pueblo que está un poco dormido. Me gustaría que el pueblo tuviera un nuevo impulso, como el que tuvimos hace unos 12 años, que la vida aquí era más activa, con más participación", comenta.

Un futuro por luchar

Para él, el futuro del pueblo depende de los propios vecinos. "No podemos quedarnos esperando a que todo nos lo den hecho. Es hora de que los vecinos nos impliquemos más, de que participemos más en las actividades y proyectos que pueden dar vida al pueblo", afirma.

A pesar de la quietud en la que parece encontrarse Trobajo del Camino, Maxi no pierde la esperanza y sigue luchando por su municipio y por León. "Aquí estamos, peleando por el futuro de nuestro pueblo y de nuestra tierra", concluye. A sus 63 años, su amor por Trobajo y León no ha disminuido ni un ápice. Para él, su vida es una lucha constante por mantener viva la esencia de su pueblo y por garantizar un futuro mejor para las generaciones que vienen.