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Reportaje

La apasionante vida de Dina Sánchez Miñambres

'Dina' aprendió música, tocaba el piano desde la juventud y conservó una gran colección de partituras, algunas de las cuales copió personalmente.
'Dina' aprendió música, tocaba el piano desde la juventud y conservó una gran colección de partituras, algunas de las cuales copió personalmente | La pasión más notable de esta leonesa fue, sin duda, la de la escultura a la que se dedicó toda su vida de forma amateur aunque intentó hacerlo en algún momento de manera profesional

En el primer cuarto del siglo XX todo León sabía quiénes eran las Sánchez Miñambres. Tampoco era muy difícil, ciertamente. Y no solamente porque la ciudad fuese bien pequeña, que lo era, sino también porque la familia, burguesa y de un estatus social y económico muy elevado, se relacionaba como debía en la sociedad a la que pertenecía. 

Las Sánchez Miñambres eran las tres hijas de José Sánchez Puelles y Agustina Miñambres, casados en 1885. Las dos primeras, Segunda e Indalecia, eran gemelas y habían nacido en 1885. En la familia, y aun fuera de ella, siempre las llamaron Dina e Inda. Tras un varón que falleció con apenas tres meses, en noviembre de 1889 nació María, sin duda la más conocida de todas por su carácter, sus logros y el hecho de haber permanecido toda su vida en León mientras que las hermanas se trasladaron a Madrid tras sus respectivos matrimonios. 

Sin embargo, la personalidad de Segunda Sánchez Miñambres es bastante interesante. A finales de 1910 se casó con Luis Mas Mompeón, teniente de infantería del Regimiento de Burgos 36 de la ciudad de León. La compañía a la que pertenecía había sido destinada a Melilla en agosto de 1909 tras el ataque contra los trabajadores de la Compañía Española de Minas del Rif. 

La boda debió posponerse por la tardanza en el retorno pues, aunque en la ciudad se hablaba ya del regreso de las tropas en enero de 1910, lo cierto es que esta no se produjo hasta finales de junio. El día 7 de septiembre 'El Porvenir de León' dio noticia del banquete que Luis Mas había ofrecido a los jefes y oficiales para celebrar su despedida de soltero. Poco tiempo antes, el padre de la novia había contribuido a aquel enlace con la constitución de una renta garantida de 1000 pesetas anuales (lo hizo sobre “Marzanas”, finca de su propiedad) para dar cumplimiento a una Real Orden de 21 de enero de 1902 que obligaba disponer de una renta que, añadida al sueldo de Luis Mas, completase el sueldo de capitán.

Dina aprendió música, tocaba el piano desde la juventud y conservó una gran colección de partituras, algunas de las cuales copió personalmente. Pero su pasión más notable fue, sin duda, la de la escultura a la que se dedicó toda su vida de forma amateur aunque intentó hacerlo en algún momento de manera profesional. 

Una de las primeras noticias de esta afición apareció en el ejemplar de “Vida Leonesa” de en 17 de agosto de 1924 donde se le dedica la primera parte de la sección 'Notas de arte':

Dina Sánchez Miñambres, en imágenes de época.

"En el Concurso convocado por el Estado para erigir a la Condesa de Pardo Bazán un monumento que perpetúe su memoria, ha llamado poderosamente la atención el firmado por una dama. Se trata de nuestra paisana Dª Segunda Sánchez Miñambres de Más Mompeón, que en colaboración con el Arquitecto D. Manuel de Cárdenas y Pastor, ha presentado al Concurso un original proyecto en forma de fuente con el busto maravillosamente parecido de Dª Emilia, a cuya “maquette” acompaña unos preciosos dibujos aclaratorios debidos al pincel del señor Cárdenas. No puede menos de sorprendernos y congratularnos tan notable revelación en la distinguida Sra. de Más, cuya afición a la escultura data apenas de unos meses, constituyendo un caso de genialidad que, de persistir en su trabajo, la colocará muy pronto entre nuestras principales figuras".

De esos dibujos a los que se alude en la publicación no hay noticia. Pero, en cambio, entre los papeles de su hermana María se conservaron cuatro cuartillas manuscritas horizontalmente por ambas caras y numeradas (pero no firmadas) que son el borrador en el que Dina plasmó la explicación del boceto presentado al concurso para el monumento a Emilia Pardo Bazán:

"Nada tan hermoso como honrar la memoria de personas ilustres pues con ello, al propio tiempo que se mantiene vivo el recuerdo de figuras gloriosas, es también un estímulo para el trabajo y el estudio ya que la gloria es la ambición suprema; la vida sin ella sin horizontes ni alicientes es tan monótona que no merece la pena ser vivida.

La Condesa de Pardo Bazán ha sido uno de los mayores prestigios de la literatura contemporánea y al dedicarla este monumento no se hace otra cosa que cumplir un deber de gratitud a su ilustre nombre y rendir un tributo de admiración y de entusiasmo a su maestría, a su ingenio y a su talento.

Este homenaje contribuirá a perpetuar su memoria, pero conviene tener presente para no empañar sus méritos personales que un nombre íntimamente ligado a la historia de la literatura jamás podrá desaparecer ya que queda su obra inmensa llena de vida ante la cual retrocederá el olvido.

Si gratitud merece Dª Emilia Pardo Bazán por su obra literaria, hay otro aspecto por el que se hace acreedora a la más ferviente admiración por parte de la mujer española y ha sido su labor por el feminismo, sus luchas, sus polémicas, los rudos combates sostenidos para destruir prejuicios y desterrar rancias costumbres; ha sido un oasis de ilustración y estudio en medio de la ignorancia en que actualmente está sumida la mujer por la exclusión de la vida intelectual a que está sometida. Ha predicado con el ejemplo y quizá sea esta razón la que me ha obligado principalmente a romper los estrechos moldes de mi modestia para presentarme a este concurso. No se me oculta que aún existe recelo y hasta cierta animosidad contra el trabajo de la mujer a las que solo se concibe transformada en esposa, luego en madre y por último en esclava de la familia. Tampoco de me oculta que mucha culpa tenernos nosotras, que solo encaminamos nuestros esfuerzos a prolongar la juventud, a impedir se marchite la belleza que es el arma esgrimida en nuestras luchas y esto es un absurdo pues estando dotada la mujer de una gran inteligencia y de una sensibilidad exquisita, estas deben ser sus armas para marchar paralelamente con el hombre en la vida intelectual y de este modo, sin violencias, ir conquistando el puesto que se merece e ir recobrando prestigios que nunca tuvo e influencias que nunca se le reconocieron. 

Me he permitido estas explicaciones para justificar mi presencia en este certamen al cual vengo en colaboración con D. Manuel de Cárdenas, ilustre arquitecto al que estoy sumamente reconocida por haber sabido dejar a un lado los prejuicios que antes mencioné.

Consiste el monumento en una gradería (o plataforma) con un banco, cuyo respaldo cubierto de rosas nos recuerda su florido ingenio; en él va adosada una fuente con una columna que sirve de sostén el busto en mármol de la genial escritora y en esta columna su escudo y un niño también en mármol que sea la evocación de sus imágenes risueñas; renunciamos etc...

¿Cuál es la idea que llevamos en la colocación de la fuente?

El agua corre abundante y constantemente en esta fuente como las ideas brotaban en la fecunda imaginación de la Condesa; se recuerda el momento, como se recordaba su labor, siempre variada, tan pronto creadora de personajes como maravillosa descriptora de la naturaleza, cuentista insuperable, crítica y ateneísta; es el agua un elemento de fecundidad y regando la tierra cuida amorosa del desarrollo del grano, del mismo modo la excelsa escritora ha sido un elemento que ha contribuido poderosamente al desarrollo y engrandecimiento de la vida intelectual de España; proporcionan las aguas vida y goce como sus obras solaz y recreo; propaga el agua su labor vital, su labor benéfica, como la Condesa propagó también una labor vital para la mujer al acudir  al desarrollo del feminismo; el agua de la fuente es pura y clara como lo fueron siempre sus ideas. ¿Y para qué cansar más a los lectores? Estas han sido las razones que han presidido nuestra idea de perpetuar el nombre de Dª Emilia Pardo Bazán con una fuente cuya eterna canción sea un himno a su gloria y los bancos del monumento sean una invitación para todos a meditar sobre su trabajo presidido por si imagen inmortal".

El concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes, de la que era director el Conde de Romanones, quedó desierto. La escultura, sufragada por mujeres españolas y argentinas encabezadas por la duquesa de Alba, finalmente se le encargó al escultor Rafael Vela del Castillo y fue colocada sobre un pedestal de Pedro Muguruza Otaño. Se inauguró el 24 de junio de 1926 en la calle de la Princesa y en el transcurso del acto se produjo una graciosa anécdota relatada por Carlos Fisas. Ante la indisposición de la duquesa de Alba, Romanones se vio obligado a leer unas líneas no escritas para él que recogían: “Nos reunimos hoy aquí para celebrar un cumplido y justo homenaje a la memoria de la eximia condesa Pardo Bazán, honra y prez de nuestro sexo”.

Recorte de prensa, de época, con información sobre esta popular mejor leonesa.

De nuevo es en la revista “Vida leonesa” de 1 de enero de 1925 cuando encontramos noticias de las actividades artísticas de Dina. Nada raro si se tiene en cuenta que María era una colaboradora destacada de dicha publicación y que precisamente ese número publica los nombres y fotografías de sus redactores. La reseña sobre Dina, acompañada de su hermoso retrato, es la siguiente:

Imagen de alguna de las obras de Dina.

"Guiada de un fuerte temperamento artístico, impulsada por su exquisito gusto nuestra distinguida paisana, se decidió por el arte de más realeza; no se conformó con ser pintora y se dedicó de lleno a la escultura, en cuyo arte ha logrado bien pronto halagüeños éxitos que corresponden a su valer. Damos a nuestros lectores con el orgullo de ser los primeros en mostrarles estas primicias, varias obras de la señora Miñambres de Más: dos cabezas de niño, dos perfectísimos retratos de Luis Más y de Inda S. Miñambres, un admirable torso griego, y una reproducción de la sublime “Friné ante sus jueces” que por castigarlas sufrieron el castigo de su belleza que aniquiló sus furores y severidad. Dina Miñambres ha comenzado una vida artística en la que es seguro alcanzará los mayores éxitos, que nos halagarán a todos nosotros por ser ella leonesa”.
Socia de la Asociación española de Pintores y Escultores, en 1926 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes con dos esculturas: un busto en bronce y una talla en madera titulada “Mocina leonesa”. Su participación fue recogida por “La libertad” de 25 junio 1926: “Dina S. Miñambres, en quien se advierte una indudable influencia de Asorey, expone una talla en madera y un busto en bronce que hacen concebir grandes esperanzas".

Un año después acudió al Salón de Otoño donde presentó las obras 'El tonto de Benamariel' y 'Niño dormido'.

Todas las obras citadas, junto con varias copias en escayola de la Virgen Blanca de la Catedral de León, formaron parte de la Primera Exposición de Pintura y Escultura de Castilla y León que se celebró en Santillana del Mar (Cantabria) del 15 al 30 de septiembre de 1930. En ella también participó Modesto Cadenas, unido familiarmente a las hermanas Sánchez Miñambres.

En noviembre de 1961 participó en la sala madrileña Marta en una exposición colectiva de pintores y escultores a la que acudieron Moisés Coloma, José Pérez Sejo y José Valero cuyo anuncio a apareció el 8 de noviembre en “Pueblo: Diario del Trabajo Nacional”. Y el 22 de febrero de 1965 el mismo periódico se hizo eco de la que probablemente fue su última exposición también en Madrid (bastante fuera de lo corriente, por cierto) a la que llevó 10 esculturas, algunas de ella nuevas. La noticia recoge una conversación del periodista con Margarita Mas, su hija, en la que esta le cuenta que su madre “comenzó a pintar a los 18 años. Luego, se hizo escultora. La familia se opuso siempre a que presentara su obra, pero ahora habían decidido probar suerte”. La última afirmación no es, en absoluto, cierta. 

Las cartas de Dina a María recogen esa faceta artística que desarrolló a lo largo de toda su vida. Sabemos que recibió algún encargo vinculado a los Salesianos e incluso se conserva alguna fotografía en la que se puede ver alguna obra no expuesta (“Ángeles”).

Desconozco si llegó a esculpir una obra que representaba a sus padres que describió en alguna carta con cierto detalle y una buena dosis de emoción. La talla de “El tonto de Benamariel” o “Jeníparo” (el personaje se llamaba Victoriano, pero era conocido como el tío Jeníparo) fue localizada y adquirida recientemente por el escultor José Antolín Chamorro (Benamariel, 1962), famoso por sus obras en bronce. 

Dina sobrevivió a su hermana María y murió, centenaria, en León.