"León me parece una ciudad increíble para vivir, está todo cerca, la gente es maravillosa"

Cristina Martínez empieza destacando algo “un poco extraño en León” y es que, no tiene pueblo. Es cierto, tal como relata, que su abuela materna era de un pueblo de Asturias, pero lo inundaron con la apertura de una presa, por lo que ya no existe. Respecto a su padre, “su madre era de Puente Villarente, pero pasó muy poquito allí durante su infancia y cuando se hizo mayor, lo perdieron”, asegura. “Entonces yo me crie sin pueblo, algo un poco extraño en León, porque todo el mundo tiene pueblo. Siempre he sido de ciudad, de León ciudad”.
De su corta infancia, Cristina relata que su padre trabajaba en la banca, por aquel entonces “Banco Pastor, que luego fue el Popular y ahora es el actual Santander”. “Mi padre era sindicalista del banco y como buen sindicalista también viajaba mucho a Madrid y otros lugares”, recuerda y continúa, “en los primeros años, mientras se iba extendiendo, le mandaban a distintos sitios, yo casi nazco en Asturias, porque mi padre estaba destinado en un pueblo pequeñito allí, en Navia”.
Pero cuando Cristina cumplió los tres años, “volvimos a León”. El regreso fue un momento relevante en la vida de Cristina y sus familias, aunque aún no era consciente de cuánto y es que, después de haber dejado su trabajo en el sector seguros cuando su hermana había nacido, “mi madre se lanza y abre una administración de comunidades, Legio VII Administración de Comunidades, hace ya 24 años, ella sola”. “Recuerdo a mi madre, toda la vida, siendo yo pequeña, trabajando muchísimo. Los primeros años que abres un negocio toca trabajar mucho. Recuerdo que llegaba tarde a casa, porque además la administración de comunidades tiene un handicap que son las reuniones de comunidad”, detalla y continúa “es verdad que mi padre siempre ha estado ahí también, ayudando en los inicios” y es que, tras dejar la banca, el padre de Cristina se prejubiló.
Administración de comunidades, la empresa familiar
De este modo, la administración de comunidades se convirtió en la empresa familiar, “en bachiller, empiezo a trabajar ahí para sacarme, me acuerdo que decía mi madre, unos ‘dinerillos’. Y total, como no tenía pueblo, en verano en León no hay mucho que se pueda hacer”, así relata Cristina su primer contacto con el mundo laboral en la compañía de su madre.
Por aquel entonces, mientras estudiaba bachiller, “no tenía cien por cien claro qué quería estudiar. Cuando empiezan a decírtelo en bachiller, que ya tienes que ir eligiendo, como muchos jóvenes, no tienes ni idea, porque en ese momento nada te llena, nada te gusta y dices: pues no sé”, pero afirma que, “me empezó a gustar, durante esos veranos trabajando en la empresa con mi madre, la administración de comunidades, entonces decido hacer ADE”. Su pensamiento de futuro era, “si me gusta esto, me quedo con el negocio de mi madre”.
Así es como Cristina detalla su inicio en la universidad, concretamente en la de León, para estudiar Administración y Dirección de Empresas. “Durante esos verano, empiezo a trabajar cada vez más en la compañía”.
Veranos rurales
Pero esos veranos también cambiaron su vida. “Mis amigas de toda la vida son las que hice en el cole, en Maristas, las fui arrastrando y llevo con ellas toda la vida. Es más, con una estudié la carrera y otra de ellas, como yo no tenía pueblo, me empezó a llevar al suyo en verano, Gordaliza del Pino”, relata, “me acogieron como si fuese de allí y empecé a tener pueblo”.
Desde aquel momento, “en verano estaba como todos los adolescentes” y es que, a pesar de seguir trabajando con su madre, lo compaginaba “yendo al pueblo, viviendo eso, que no había vivido en mi infancia”. Además, Cristina habla de Gordaliza con mucho cariño y es que, “me ha dado muchísimos amigos que tengo ahora como si fuesen mi familia y me ha dado a mi novio”.
Completa inmersión en la compañía
Cristina tenía, con apenas 20 años, su vida bastante encaminada. “De empezar a trabajar temporalmente en verano, el último año de carrera, con pocas asignaturas y el TFG, empiezo a trabajar a tiempo completo en la empresa”.
Tenía 21 años cuando empezó oficialmente a trabajar de continuo y es que, hasta el momento, eran contratos temporales. “Desde entonces, no he parado de trabajar en la empresa, porque vi que me encantaba lo que era trabajar con mi madre, aunque a mucha gente le parece extraño”. Y es que, aunque ahora ya no vive en la casa familiar, en aquel momento, Cristina trabajaba con su madre y vivía con ella y su padre. Recuerda que la gente le preguntaba cómo era capaz de estar tantas horas con su madre, a lo que Cristina siempre ha respondido: “mi madre ha sido mi mejor amiga y lo sigue siendo”.
Empresa aún más familiar
A esta aventura laboral familiar se suma, un par de años más tarde, la hermana de Cristina. “Estudió otra carrera, medioambientales, ella pensaba irse de León a trabajar fuera, pero se echó novio aquí y decidió quedarse” cuenta. Después de hacer las prácticas en Aguas de León, Cristina detalla que su hermana no encontró trabajo de lo suyo, “en León falta trabajo, es una pena porque a mí León me parece una ciudad maravillosa para vivir, tienes una calidad de vida que no tienes en otras ciudades, lo tienes todo cerca, la gente es maravillosa, pero lo que falta es trabajo”, asegura. “Entonces mi hermana decidió, hasta que encontrase algo, trabajar con nosotras y echarnos una mano en la administración de comunidades” y continúa, “con la buena suerte, para mí, que le empezó a gustar. Ella empezó más por la contabilidad, pero le empezó a gustar muchísimo el tema seguros, entonces pudimos tirar también hacia ese campo”, afirma Cristina, detallando que la entrada de su hermana a la empresa permitió diversificar un poco más los servicios que ofrecían.

“Mi vida diaria es esa, trabajar con mi madre y con mi hermana, verlas todos los días, poder hablar de todo y llevar un negocio adelante. Para mí es una suerte”, continúa Cristina.
Y las tres juntas continúan avanzando, “como estamos las tres metidas a tope, estamos intentando intentar expandirlo más, estamos creciendo muchísimo, tenemos más empleados, y estamos intentando tirar hacia los seguros, pensando cosas para crecer más”, asegura Cristina. Además, “como fin en la vida, crecer junto a mi madre y mi hermana en el tema laboral es maravilloso”.
Continua expansión laboral
Pero la expansión de la compañía, a nivel familiar, no se estanca en ellas tres, “mi novio es de Madrid y como yo tenía aquí la empresa, no me podía ir allí, porque no quería dejarla y para mí es un pilar fundamental” y añade, “entones él se vino y le pasó lo mismo que a mi hermana, estuvo buscando trabajo y al no encontrar, al igual que mi hermana, por probar, empezó con nosotras y también se ha quedado”. Así es como se ha consolidado “una empresa ‘superfamiliar’ que a mí me encanta y además creciendo con otros empleados”.
A nivel personal, Cristina también busca seguir avanzando y ampliando sus horizontes laborales y, para ello, se colegió como administradora de fincas, convirtiéndose en una de las más jóvenes del sector a nivel regional. “Me colegié porque ya hacía un par de años que empezaba a hacer reuniones de comunidad yo sola y tienes que estar colegiado, entonces el año pasado di el paso y me colegié”, mejorando así su estatus profesional, “es algo que te avala”. Y es que, como Cristina empezó siendo muy joven en el sector, “te ven como una niñina”. Pero asegura que con el tiempo y el trabajo “me he ido curtiendo. Para mí lo más complicado, por así decirlo, del trabajo son las reuniones de comunidad, porque estás frente a frente con el cliente y me colegié para eso, para poder seguir haciendo reuniones yo sola y empezar a ir a reuniones más importantes de comunidades grandes”.
En la línea de expansión laboral, Cristina detalla que el año pasado acudió, junto a su hermana y su madre, al Congreso de Administradores de Fincas que “se hizo aquí en León” y detalla, “fuimos las tres porque además mi madre es vocal del Colegio de Administradores de León, entonces exponía. Y nos empezó a gustar, a mi hermana y a mí, el ir a congresos”.
Ocio también en familia
Pero no todo es trabajar, Cristina y su familia también se permite algún ‘lujo’, “después de tanto esfuerzo trabajando, de vez en cuando, en Semana Santa o verano, hacemos nuestros viajecitos juntos toda la familia, se está quedando como costumbre una vez al año hacer un viaje familiar y nos encanta. Este año pasado nos fuimos a Egipto todos juntos y ha sido maravilloso”.
