"Mi primera vez pujando fue el día de mi 18 cumpleaños, no pude tener mejor regalo"
"Para mí, la Semana Santa es fe, es tradición, es familia. Es la oportunidad de revivir, año tras año, la pasión, muerte y resurrección de Cristo con el corazón abierto y el alma dispuesta". Así describe Virginia Bel lo que significa para ella esta conmemoración, una experiencia que trasciende lo terrenal y que se ha convertido en el eje central de su vida cofrade.
Desde muy pequeños, Virginia y su hermano han sentido una gran pasión por la Semana Santa. Aunque esta devoción venía inculcada por su entorno familiar, en su casa no existía una tradición cofrade de participar activamente en las procesiones. "Vivíamos la Semana Santa desde el otro lado del capillo, pero para nosotros no era suficiente", rememora. Fue con la ayuda de Montse, seise del 'Santo Sepulcro' y compañera de trabajo de su madre, que lograron convertirse en hermanos de la cofradía. "Con nosotros se unieron nuestros padres, tíos, primos y más adelante algunos amigos, aunque no todos somos papones de procesión", señala.
Gran compromiso con la Semana Santa
Virginia recuerda con cariño su primer año como papona del 'Santo Sepulcro' a los cinco años, cuando le tocó repartir estampitas del 'Hombre Nuevo', el paso que hoy tiene el honor de pujar. "Mi primera vez pujando fue justo el día de mi 18 cumpleaños, menudo regalo". Ahora, con sus 20 años a la vuelta de la esquina, celebra una trayectoria marcada por su amor y compromiso con la Semana Santa.
Aunque fue una coincidencia conocer a Montse y unirse al Sepulcro, los años han reafirmado la elección que tomaron sus padres. "El Sepulcro es una cofradía muy familiar, en la que llamar 'hermanos' a los otros va más allá de la jerga cofrade". Para Virginia, la esencia de la cofradía reside en la Esperanza en Cristo como Hombre Nuevo y la solemnidad del Santo Sepulcro. "Se vive la fe con autenticidad y con la certeza de que todo lo que hacemos tiene un significado mayor".
Momentos más especiales
Uno de los momentos más especiales para ella es la procesión del Lunes Santo: 'La Adoración a las Llagas del Santísimo Cristo de la Esperanza de la Vida'. "El juramento de silencio se rompe únicamente para rezar en cada 'parada' a cada una de las llagas de Jesús", comenta. También el Sábado Santo es un día de gran importancia, cuando el grupo de montaje, en el que Virginia colabora, prepara la procesión del 'Camino de la Luz'. "Esta procesión recorre las calles de León hasta llegar a la Catedral, donde un representante del Cabildo catedralicio recibe el fuego y lo incorpora a la hoguera que encenderá el Cirio Pascual", afirma.
Después de un 2024 marcado por las lluvias, que impidieron que muchas procesiones salieran a la calle, Virginia afronta esta Cuaresma con especial emoción e ilusión. "El deseo de ver nuestras imágenes en la calle es inmenso, pero la Semana Santa no es solo eso. Lo importante no es solo lo que ocurre en esos días, sino todo lo que nos lleva hasta ellos". Y es precisamente ese camino, lleno de preparativos, fe y hermandad, lo que hace que cada Semana Santa sea única y especial para ella.
