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365 leoneses | David Blanco Reyes, futbolista

"El Mansillés me ha permitido volver a ser feliz, volver a tener ilusión, disfrutar del fútbol"

El fútbol ha dado todo a David Blanco y también se lo ha quitado, a partes iguales, pero tras muchas lesiones y una gran decepción, consiguió devolverle la ilusión por vivir y jugar en el equipo de su pueblo, el Atlético Mansillés
David Blanco vistiendo la camiseta del equipo de su pueblo, el Atlético Mansillés, actualmente en Tercera RFEF. Foto: Alba Blanco.
David Blanco vistiendo la camiseta del equipo de su pueblo, el Atlético Mansillés, actualmente en Tercera RFEF. Foto: Alba Blanco.

“Mis padres se conocieron en Mansilla”, comienza David a relatar su historia, “mi madre había llegado a España desde República Dominicana y le habían hablado del pueblo, que había trabajo, y vino a buscarse la vida”. A su llegada a Mansilla de las Mulas, Alma, la madre de David, conoció a Jose, su padre, “parecía que estaba predestinado, típico de película”.

Al principio no tenían muchos recursos, por lo que, cuando David tenía apenas tres años, se mudaron a Barcelona, después de que su padre encontrase un trabajo allí, estando ya prejubilado de la mina.

Pero cuando tuvieron oportunidad, regresaron a Mansilla, unos dos años después, “querían estar cerca, volver al pueblo, a la zona donde se conocieron”.

Tras asentarse finalmente en Mansilla, comienzan los primeros recuerdos de David con el fútbol, “muy vinculados a mi padre”, tal como detalla. “Me acuerdo de estar muchas veces jugando en la Plaza del Pozo con él”, relata, “era la persona que siempre me llevaba a entrenar”. Y Jose fue también el encargado de que David empezase a entrenar, “me gustaba el fútbol y mi padre me quería inculcar el deporte, él siempre había jugado”.

David en el banquillo durante sus primeros años en Puente Castro.
David en el banquillo durante sus primeros años en Puente Castro.

Puente Castro, la cuna del fútbol leonés

Sus inicios fueron en el Puente Castro, “en León siempre ha sido la cuna del fútbol”, asegura “en fútbol base siempre ha sido el club más importante de la ciudad”. Tenía solo cinco años cuando empezó.

Este deporte no hizo más que unir, aún más, el vínculo entre David y su padre, “siempre me llevaba a entrenar, íbamos a cenas con otros padres, había muy buen rollo”. Y a pesar de que en Mansilla, tan solo un año después, saliese un equipo, decidieron seguir en Puente Castro, “hicimos muy buenas migas allí, encajamos muy bien, era todo muy familiar”.

David recuerda también picoteos después de los partidos, comidas familiares del equipo y partidos padres contra hijos, “había muy buen ambiente”. Además, fuera del campo, seguía entrenando con su padre y jugando, incluso cuando no tenía partido, “teníamos un vínculo bastante fuerte”.

Primeros años en Puente Castro.
Primeros años en Puente Castro.

La prematura muerte de Jose, en el año 2007, cuando David tenía apenas 11 años, fue un duro golpe en todos los aspectos, “se complicó todo, mis hermanos acababan de llegar a España, en casa nadie tenía coche y era muy difícil ir a entrenar, teníamos que cuadrar con los horarios de los buses y la comunicación en Mansilla es malísima”. Pero a nivel personal, este suceso también marcó un momento complicado en la vida de David, que agradece el gran apoyo que recibió por parte de todos los que formaban la familia del Puente Castro, “la gente se volcó mucho, no faltaba quién se ofreciese a llevarme a entrenar y a los partidos. Los padres de otros niños o, incluso, Isidro, el presidente”, relata. “Es lo que más me gusta de Puente Castro, todo el apoyo que recibimos y ver el cariño que tenían a mi padre”.

“No recuerdo el día exacto que murió, creo que un jueves, y justo ese fin de semana jugábamos”, afirma David, quien asegura que, en un primer momento, tenía claro que no iba a jugar. Pero, finalmente, decidió acudir al partido, “solía meter muchos goles y ese día marqué. Había muchísima gente, era un partido contra la Peña o la Cultu. Se hizo un minuto de silencio al principio y cuando metí el gol, todo el mundo empezó a aplaudir. Además, era un gol decisivo. Ese momento fue como, está aquí”, relata emocionado.

Primeras llamadas de equipos

En aquella época, David recibió las primeras llamadas de canteras de equipos de primera división, “pero no quería dejar a mi familia, no quería dejar a mi madre sola”. Además, “el apoyo que recibí de Puente Castro también tuvo mucho que ver, todo el apoyo, que estuvieran esas personas, me hizo pensar, más adelante quizás” y es que, tal como asegura, “valoré más la familia y que todo estuviera bien, un golpe como el que había vivido te hace madurar más y pensar como un adulto” y afirma que a día de hoy no se arrepiente de haber tomado esa decisión.

A los pocos días de este acontecimiento, David recibió la llamada de la Selección de Castilla y León sub-12 y también la de León. “Era muy pequeño, de estatura, pero me mataba con quien fuese”.

En ese momento, David pasó de fútbol siete a fútbol 11 y siguió sobresaliendo en su equipo, “era capitán o segundo capitán, me volvió a llamar la selección sub-16 y volví a tener llamadas de equipos, pero siempre decía que no me quería ir, no quería despegarme porque para mí era como la familia Puente Castro”.

A partir de aquella época, con 12 ó 13 años, David empezaba a ir solo a entrenar. “Los horarios cuadraban mal, entonces tenía que esperar como una hora u hora y media en León, iba a Carrefour, llevaba libros para estudiar”, cuenta que a la vuelta, había veces que perdía el bus para regresar a Mansilla “porque no quería salir antes de entrenar”.

Después de unos primeros años impecables en el fútbol, “en fútbol siete recuerdo prácticamente todos los años, o casi todos, ganamos la liga. Y el primer año de fútbol once, siendo nosotros de primer año de infantil, también ganamos, frente a chicos de segundo año en la categoría”.

David asegura que siempre jugaban en la primera categoría y que le solían subir a una categoría por encima, con niños más mayores. En aquellos años, recuerda haber sido campeones de Castilla y León, haber disputado la Copa contra el Loyola y haber llegado a categoría territorial”. Volvió a recibir llamadas de la selección de León y de la Comunidad, ambas sub-16.

David Blanco vistiendo la camiseta del Puente Castro, su alma máter.
David Blanco vistiendo la camiseta del Puente Castro, su alma máter.

División de Honor

Y llegó a categoría juvenil, jugando en categoría nacional con su equipo, logrando ascender el equipo a División de Honor. Esa temporada, 2012-2013, jugaba con el primer equipo y, tras lograr el ascenso directo, formó parte también del B, con quien también ascendió, “fue superguay vivir los dos ascensos”.

Su último año en Puente Castro, mientras su equipo jugaba en División de Honor, “logramos ser el único club de España en ese momento en tener todas las categorías de fútbol base en la máxima categoría que se podía”, cayeron en el grupo de Madrid, llegando a disputar partidos con equipos de renombre como “el Real Madrid, Atlético Madrid, Rayo Vallecano, Getafe, Alcorcón, estaba también el Valladolid”, asegura.

“Pero fue un año muy difícil, todo el esfuerzo no fue suficiente y descendimos”, asegura relatando un momento difícil, “acababa mi etapa en Puente Castro, era capitán y quería dejar el equipo en el lugar que se merecía, pero no fue posible”.

De su época en Puente Castro tiene grandes recuerdos, entrenadores muy queridos, como Paulino o Valiño, y grandes amigos que le ha dejado el fútbol, como “Chiqui, Raúl, Kevin, Carlines, Luis, también sus padres, que eran amigos de mi padre y nos apoyaron mucho tras su muerte”.

También recuerda haber jugado el campeonato de Castilla y León con la sub-18, llegando a participar en el Campeonato de España “con jugadores que a día de hoy están en grandes equipos a nivel nacional, de primera y segunda división”.

Con el Puente Castro en un partido contra el Real Madrid.
Con el Puente Castro en un partido contra el Real Madrid.

Cultural y La Bañeza, nuevas oportunidades

Pero a pesar de su gran apego con el Puente Castro, su vida deportiva tenía que seguir adelante y, tras muchas llamadas, “decidí fichar con la Cultu, cuando acababa de entrar la Aspire Academy, un proyecto que me interesó mucho”.

Por aquel entonces, David había fichado por la filial, el Júpiter, “tenía ficha de B, pero también entrenaba con el primer equipo”, recuerda, “estaba cursando bachiller, entrenaba por las tardes con el Júpiter y por las mañanas, salía de clase para entrenar con la Cultu también. En aquel momento ya me había sacado el carnet, salía a las 8:00 para ir a clase, comía de tupper en León y entrenaba por la tarde, tenía sesión de gimnasio y volvía a Mansilla a las 20:00”. Además, entre semana también participaba en algunos partidos amistosos, llegando a ir a Oviedo a jugar.

“Tuve la mala suerte que, cuando estaba a punto de debutar con la Cultural, con el primer equipo, durante un partido amistoso que jugué con la Selección de Castilla y León absoluta, en la última jugada, se me salió la rótula izquierda”, lo que le llevó a estar unos tres o cuatro meses alejado. “Era cuando más entrenaba, salía de casa a las 8:00 y volvía a las 23:00 de la noche, entonces decidí ir a vivir a León”, detalla.

David en su etapa jugando en La Bañeza.
David en su etapa jugando en La Bañeza.

Después de recuperarse, volvió a entrenar con el primer equipo, “pero ya no tuve la suerte de poder jugar, porque fue a final de temporada. Jugué con mi equipo los partidos que quedaban y ascendimos a preferente”.

El siguiente año, también en el Júpiter, “nos quedamos a las puertas del ascenso a tercera”. Una nueva lesión, en este caso pubalgia, le volvió a mantener alejado del terreno de juego.

De su época en la Cultural recuerda, además de seguir con su gran pasión a un nivel más serio, haber conocido a grandes jugadores, “fue cuando vinieron los catarís, algunos habían ganado la Copa Asia. Con ellos tuve muy buena relación mejoré mi nivel de inglés”, afirma.

Al final de aquella temporada, en 2017, David fichó por La Bañeza, “hicimos un año espectacular”, recuerda, “jugué muchos minutos y obtuvimos una de las mejores clasificaciones que ha tenido el equipo. A falta de unas diez jornadas, nos manteníamos entre la primera y la cuarta posición, pero en los últimos partidos nos desinflamos y no fuimos capaces de entrar en play-off”.

“Creo que ha sido uno de los únicos años que no he tenido lesión”, recuerda David entre risas.

La Virgen del Camino, la retirada

“Al año siguiente, nos fuimos muchos a La Virgen, a jugar a tercera”. No fue uno de sus mejores años, tampoco jugó mucho, aproximadamente la mitad de los partidos, “tenía mucha competencia”, por aquel entonces, David jugaba de lateral, “he rotado mucho de posiciones, siempre me han dicho que he sido un jugador muy polivalente, he jugado de todo”, asegura.

En esta época, David combinaba su labor de jugador con su trabajo de entrenador de niños, en la propia Virgen, “había estudiado Tafad, había hecho las prácticas en Puente Castro y al llegar a La Virgen empecé a estudiar magisterio, pero lo dejé y empecé a trabajar como entrenador”.

“Es una experiencia que me encantó, ves a los niños crecer, mejorar, no solo a nivel deportivo, sino también a convertirse en mejores personas”, recuerda, “también entrené en el Olímpico, tenía a niños que a día de hoy están jugando conmigo en el Mansillés”.

Durante su paso por La Virgen, David recibió la llamada de un equipo de primera de Andorra y de la Selección de República Dominicana, país de origen de su madre, con el que empezó a tramitar la nacionalidad. Pero una nueva lesión volvió a truncar su carrera futbolística. En un primer momento había rechazado las ofertas, “quería quedarme en León, con mi familia y mi pareja”, pero la lesión le hizo replantearse la situación.

En un primer momento, la rotura del ligamento cruzado no parecía muy grave, por lo que, según recomendaciones médicas, David siguió entrenando, “fue furante la pretemporada de 2019-2020”, pero finalmente, en febrero de 2020, “me tuve que operar”.

Fue un momento de lo más complicado, la pandemia, una complicada recuperación y su equipo dejándole de lado, “no me sentí valorado, no se involucraron en la recuperación, tuve que hacerla por mi cuenta, me rescindieron el contrato”.

“Fue un mazazo, una oportunidad muy buena, dedicarme al fútbol de manera profesional poder vivir totalmente de ello, en uno de los destinos que me habían propuesto y que había vuelto a valorar como opción, todo se esfumó”.

Y David dejó el fútbol, empezó a trabajar en la hostelería y su relación con el deporte que siempre había sido su pasión se enfrió. Pero en su corazón seguía latiendo el fútbol. “Jugué dos partidos en la siguiente temporada con el Mansillés, el equipo de mi pueblo, pero me lesioné otra vez, me rompí el cuádriceps” y cansado ya de los dolores y la poca respuesta que sentía de este deporte, David colgó finalmente las botas, o eso pensaba.

Gol decisivo en la primera parte del play-off contra el Turégano.
Gol decisivo en la primera parte del play-off contra el Turégano. Foto: Alba Blanco.

Atlético Mansillés, ascenso e ilusión

Casi dos años después, en el peor momento de su vida a nivel personal, “Montaña, el entrenador del Mansillés, me llamó. Le dije que no sabía, que no lo tenía claro porque estaba viviendo una experiencia complicada y no sabía si podía afrontarlo”, pero después de regresar a vivir a su pueblo, al verse rodeados de sus amigos de toda la vida, con quienes empezó a jugar y con el apoyo de su familia, “decidí empezar a entrenar. Montaña me pidió compromiso y es verdad que desde la primera semana me dijo que quería contar conmigo y me puso las cosas muy fáciles”, asegura David.

Al echar la vista atrás, después de todas las lesiones, todo el esfuerzo, todas las oportunidades, de haber intentado todo, David afirma que “el fútbol no es justo, son muy pocos los privilegiados que pueden vivir de ello y muchos que por diferentes motivos no pueden hacer frente a este estilo de vida”, pero a pesar de esto, “el fútbol te deja vivencias y, sobre todo, amigos. A mí el fútbol me dio la vida. De estar en unos momentos más complicados de mi vida a devolverme la ilusión por todo, por disfrutar de la vida, por sonreír, por todo. La verdad que fue muy especial. Y vamos, lo agradezco eternamente a todos. Montaña, Pacios, Javi. Por animarme y apoyarme a hacerlo”.

Después de haberse ido de su pueblo a los 18 años y no haberlo visitado mucho, por el poco tiempo que le dejaba el fútbol, “volver a tu pueblo un momento complicado, volver a ser feliz, volver a disfrutar del fútbol, tener ilusión por jugar, cuando lo pierdes después de mil lesiones, habiendo tenido oportunidades, no me arrepiento de no haberme ido porque estoy aquí y he vuelto”.

Celebración de un gol durante el partido de ascenso a tercera.
Celebración de un gol durante el partido de ascenso a tercera.

Además, junto al Atlético Mansillés, David vivió la pasada temporada 2023-2024 un hito, el ascenso de un pequeño club local a tercera división RFEF, “el ascenso ha sido un momento superfeliz, creo que hay pocas cosas ahí bonitas como jugar para el equipo de tu pueblo y conseguir un ascenso a tercera división. Y ver a toda la gente con la que te has criado, y que te hace acordarte de que la mayor parte de tu vida jugando a fútbol también fue en Mansilla, con mi padre, fuese donde fuese con un balón”.

David termina su historia dándose cuenta asombrado y emocionado, cómo, “después de dejar el fútbol y acabar cansado, volver a jugar aquí en Mansilla me ha devuelto la ilusión”.

“El fútbol al final yo pienso que es como la vida. Que te enseña los valores que tienes que tener. Y si tienes la suerte de criarte en un sitio como Mansilla o como León, como Puente Castro, que te enseña unos valores tan cercanos de unión, de familia, hace que luego tú en tu vida seas capaz de extrapolar todo lo que has vivido en el fútbol a tu vida. Te enseñan pues a ser fuerte, a saber sobreponerte sobre los problemas, a tener humildad, compañerismo, sacrificio, esfuerzo, dedicación, compromiso, trabajo, constancia. Si consigues eso, has triunfado en el fútbol”, finaliza.

Gran celebración del Atlético Mansillés por las calles del pueblo sobre el remolque de un tractor.
Gran celebración del Atlético Mansillés por las calles del pueblo sobre el remolque de un tractor.