La maestra que dio vida a 'El día del Padre'

La mayoría de los países celebran el Día del Padre el tercer domingo de junio y eso es debido a que la estadounidense, Sonora Smart Dodd, nacida en febrero de 1882 en Arkansas y siendo la mayor de seis hermanos, a los 16 años quedó huérfana de madre y su padre granjero y veterano de la Guerra Civil tuvo que encargarse de la crianza y educación de sus hijos. Esto hizo que Sonora Smart se diese cuenta del trabajo y sacrificio de su padre por sacar adelante a sus hijos, lo cual la llevo a pensar en homenajear a su padre y de alguna manera al resto de padres estadounidenses.
En primer lugar, pensó que un buen día para este homenaje podría ser el de el cumpleaños de su padre, el 5 de junio, situación que planteo años después al reverendo del Templo Metodista donde ella solía acudir, siendo aceptada la idea de que los padres fueran reconocidos en los servicios religiosos a celebrar en un determinado día que se decidió fuese el tercer domingo de junio.
De estados Unidos a España
Esta idea de Sonora hizo que no solamente se tomase en consideración en EEUU, sino que se fue extendiendo prácticamente por todos los países de América Latina y con la misma fecha. Años más tarde esta celebración se fue extendiendo por todo el mundo y así encontramos que países tan dispares culturalmente como Rusia, que lo celebra el 23 de febrero, o Corea del Sur el 8 de mayo, acogiesen este homenaje. En algunos lugares de Europa, como en Alemania se celebra el día de la Ascensión; en los países nórdicos a excepción de Dinamarca se celebra durante el mes de noviembre. En España y países de nuestro entorno como Italia, Portugal o Marruecos se celebra el 19 de marzo adaptándose a la tradición católica coincidiendo con el día de San José.

En España la iniciativa de comenzar a celebrar 'El día del Padre' se gestionó, a primeros de 1948, en el humilde barrio madrileño llamado Cerro Belmonte, en los suburbios de la capital junto a la Dehesa de la Villa, y hoy conocido como Barrio de Valdezarza en el distrito de Moncloa-Aravaca, de la mano de la maestra Manuela Vicente Ferrero a propuesta de algunos padres de alumnas de la escuela en la que impartía docencia, ya que consideraban que al igual que se hacía en todas las escuelas al preparar regalos por parte de los niños y niñas para sus madres, el día de la Madre, ellos también merecían tener ese reconocimiento.
Según narra la propia Manuela las palabras exactas de los padres fueron:
“Usted solo prepara regalos para nuestras esposas, pero no entiende que los padres queremos a nuestros hijos y también nos merecemos algún detalle”.
A lo que ella respondió:
“Yo no inventé el día de la Madre, pero inventaré el día del Padre”.
Aquella sencilla fiesta
Y así fue como ese mismo año comenzó a organizar con sus alumnas una sencilla fiesta para el día 19 de marzo, día de San José, con los padres allí presentes para entregarles unos pequeños obsequios que fueron elaborados por ellas mismas en clase de manualidades con los objetos que cada una de ellas pudo ir aportando. Con este motivo la maestra pudo entrar en contacto y mantener un intercambio de ideas y opiniones con los padres de sus alumnas a los cuales no conocía en su mayoría.

Esta decisión se fue conociendo por otras escuelas madrileñas y por otros lugares de la geografía española y en pocos años fue tomando el carácter de fiesta escolar para agasajar a los padres de alumnas y alumnos españoles. Fue en 1951 cuando ya se generalizó la festividad en toda España a raíz del programa de Radio Nacional “Última hora de Actualidad”, donde se hizo eco de tal celebración, convirtiéndose en un potencial negocio comercial como así detectaron tanto el gerente de Galerías Preciados como posteriormente el responsable de El Corte Inglés, Ramón Areces, que supieron aprovechar este gran filón comercial. Sería tal el negocio que Pepín Fernández, gerente de Galerías Preciados, quiso compensar a Manuela de alguna manera y esta lo único que pidió fue que colocara a sus alumnas cuando acabaran el colegio, como dependientas en su negocio. En estos momentos Manuela ya se encontraba como directora del Colegio Santo Ángel de la Guarda en el humilde barrio de Vallecas, donde por estas mismas fechas recibió la visita del por entonces ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruiz Giménez, que estaba comenzando un proceso de reforma de las instituciones docentes.
Manuela Vicente Ferrero, también conocida como Nely, nació en la localidad zamorana de Tábara, municipio en las estribaciones orientales de la Sierra de la Culebra, en 1904, era hija de una conocida familia que regentaba una confitería y cafetería en la calle El Sol, en el centro de la localidad, donde pasó su infancia antes de desplazarse a la capital zamorana para comenzar sus estudios superiores, allí estudió magisterio y una vez acabados los estudios comenzó a dar clase de forma interina a los párvulos en Fermoselle y posteriormente en Toro. En 1926 aprobó las oposiciones al Magisterio Español en Valladolid siendo destinada en 1928 a la localidad de Berrocalejo en Cáceres para posteriormente trasladarse a Mayorga de Campos en Valladolid.
'Medalla de África'
Nely, como sería conocida a partir de los años treinta, ya que firmaba con este nombre sus artículos periodísticos en el “Correo de Zamora” donde lo mismo escribía artículos de opinión como de moda o ecos de sociedad y posteriormente en las páginas de “El Magisterio Español” donde difundía sus ideas pedagógicas y que la sirvió para animar a celebrar en toda España el día del Padre, contrajo matrimonio con el Sargento Sanitario Adriano Ferrero del Río natural, también, de Tábara y sobrino del muy apreciado maestro de la comarca tabarense Rosendo Díez Rivas, que acabó su actividad docente cerca de la localidad leonesa de La Bañeza.
Adriano pasó parte de su juventud en África donde recibió la “Medalla de África” en 1926, para premiar los grandes servicios prestados al desarrollo de nuestra acción civil y militar en África, regresando poco después a la península.

En Mayorga de Campos pasó los años de la Segunda República y una amarga Guerra Civil ya que a la pérdida de su primogénito con solo seis años se unió la apertura de un expediente de depuración en noviembre de 1936 como ocurrió con gran parte del magisterio español, dicho expediente se resolvió de forma favorable dos años más tarde, en noviembre de 1938, manteniendo su puesto en la misma localidad hasta bien entrados los años cuarenta donde ejerció como vocal de la Junta Municipal de Educación Primaria, dada su preocupación por la mejora de la educación de los niños y niñas de la localidad.
Ya con dos hijos y su esposo destinado en Madrid como Alférez de Sanidad Militar solicita traslado a la capital de España por derecho de consorte y es en esos momentos cuando entra en contacto con la precariedad en la que vivían sus nuevas alumnas en el Barrio de Belmonte, un barrio sin agua ni luz y totalmente abandonado después de la Guerra Civil donde muchos de sus habitantes o habían muerto o estaban presos. La dedicación y pasión con que Manuela ejercía su profesión como maestra le permitió encontrar una satisfacción personal en cada clase y en cada alumna que pasaba por sus manos, como demostró a lo largo de su vida profesional que vino a finalizar a la vez que ocurría el triste fallecimiento de su esposo en 1969. Manuela falleció en Cartagena treinta años más tarde.
Esta mujer, promotora del día del Padre, dedicó su vida a la enseñanza, compartiendo, además de su conocimiento, sus valores, su empatía y su entrega en el aula. Fue conocida por su trato cercano y su capacidad de conectar con los niños y niñas. “Nely” también es conocida en el mundo educativo por su contribución a la investigación y la innovación pedagógica. A nivel didáctico, se dedicó a mejorar la enseñanza y el aprendizaje, buscando que todos los niños y niñas pudieran tener acceso a una educación de calidad. Su trabajo se centró principalmente en metodologías activas y participativas donde los niños y las niñas tuvieran un rol más activo en su aprendizaje. Creía en una enseñanza que fuera integral, inclusiva y personalizada, porque entendía que cada individuo tiene su propia personalidad, ritmo de aprendizaje y su propia realidad social.
Compromiso con la educación
En una época en la que la educación era más rigurosa y estructurada, ella introdujo métodos más creativos y humanos que buscaban desarrollar un pensamiento crítico, aprender a trabajar en equipo y a desarrollar habilidades diferentes a los que se enseñaban en esa época, dando especial importancia a la educación emocional, proceso por el cual los niños y las niñas no solo aprendían a manejar sus emociones, sino a mejorar su rendimiento escolar, su capacidad para resolver conflictos, tomar decisiones y fortalecer su autoestima. Su idea era formar personas responsables, y para eso era esencial trabajar las emociones desde el aula y en colaboración con los padres y madres de los niños. Además, promovió el aprendizaje significativo, que consiste en aprender cosas nuevas ligándolas a lo que ya sabemos, lo que permite cambiar y ampliar los conocimientos ya obtenidos.
Su compromiso con la mejora de la educación fue tal que también dedicó parte de su carrera profesional a enseñar a futuros maestros. Defendía que el rol de un maestro debería evolucionar al de un guía, en vez de ser un simple transmisor de conocimientos para facilitar el aprendizaje y promover la autonomía del alumnado. Su influencia fue tal, que sus metodologías acabarían integrándose en el sistema educativo español. Su trabajo dejó una huella profunda en la formación de otros maestros. Fue una mujer que no solo enseñó a leer y escribir, sino también a ser mejores personas.
Como decía la eminente pedagoga, feminista y sufragista María Montessori que como educadora alcanzó gran popularidad por el método educativo que lleva su nombre:
“Libera el potencial del niño y lo transformas en el mundo”.