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Mi Semana Santa, Daniel Álvarez

"El momento ritual de celebrar la Semana Santa es el de acudir al encuentro de mi padre"

Daniel Álvarez, cofrade del Santísimo Sacramento de Mansilla de las Mulas, vive la Semana Santa de su pueblo de manera muy especial, priorizando los reencuentros con sus seres queridos
Daniel, junto a sus hermanos cofrades, llevando el palio. Foto: Toño Ceballos.
Daniel, junto a sus hermanos cofrades, llevando el palio. Foto: Toño Ceballos.

“Reflexión, vacaciones, misticismo, reencuentros con tus amigos y familia, un intenso sabor a limonada... o quizá sea simplemente por los recuerdos de aquella época en la que todos alguna vez fuimos felices sin saberlo: la niñez”, así comienza Daniel Álvarez a relatar su estrecha relación con la Semana Santa. Y es que, según afirma, “La Semana Santa tiene para todos -creyentes o no- algún tipo de connotación especial”.

Símil entre la Pasión y la actualidad

Daniel continúa haciendo una reflexión de la situación actual a nivel mundial, que aprovecha para comparar con la época que se rememora cada Semana Santa, “basta con abrir un periódico para toparse de bruces con temas de actualidad: presiones políticas que determinan el sino del pueblo, noticias sobre traiciones motivadas por celos, ídolos de masas que generan una admiración ciega en sus seguidores, amor de una madre hacia sus hijos, historias de sufrimiento e injusticia que generan empatía y dolor en el lector. Nada más lejos de la realidad en cuanto a la contemporaneidad de estos asuntos. Si algo me gusta de los acontecimientos relatados en la pasión de Cristo rememorados cada Semana Santa es su aplicación en nuestra vida cotidiana moderna, dejando a un lado la propia connotación religiosa. ¿Quién no se ha sentido alguna vez traicionado, sin comprender el motivo, por un amigo? ¿A caso Poncio Pilato realmente entregó a Jesús por mera presión de los sacerdotes judíos? Quizá fue por evitar sonoras revueltas que llegasen a oídos de sus superiores en Roma, expulsándole del cargo de procurador, tal y como puede ocurrir hoy en día con cualquier gobernador autonómico, lavándose las manos por cualquier posible consecuencia de sus decisiones. Las reflexiones que podemos extraer y aplicar en nuestra vida cotidiana son infinitas y esto es algo que nunca dejará de fascinarme”.

"Gratos reencuentros entre viejos amigos y vecinos"

Y después de este parangón entre la actualidad y los momentos de la Pasión que se rememoran cada Semana Santa por las calles de León y el resto de municipios de la provincia, Daniel vuelve al presente para asegurar “si algo me encanta de estas fechas es la oportunidad de viajar a conocer nuevos lugares, aprovechando hasta el último minuto los días de vacaciones”, aunque, tal como detalla, él prefiere pasar estas fechas en su pueblo, Mansilla de las Mulas, “también es de agradecer la opción que toman aquellos que deciden volverse al pueblo, propiciando gratos reencuentros entre viejos amigos y vecinos que la vida ha acabado por distanciar”. 

Y es que, para Daniel, la Semana Santa en Mansilla es sinónimo de “disfrutar degustando las deliciosas orejas, torrijas o buñuelos coronados todos ellos por -en mi opinión- la reina de la gastronomía leonesa: la limonada. Si hay alguna tradición que año tras año espero con ansias es la de las infinitas rondas de limonadas idealmente caseras que inundan las tabernas de Mansilla, acompañadas de familia, amigos y anécdotas”.

Daniel pujando la urna junto a su cofradía, el Santísimo Sacramento, de Mansilla de las Mulas.
Daniel pujando la urna junto a su cofradía, el Santísimo Sacramento, de Mansilla de las Mulas.

El reencuentro más especial

Pero la Semana Santa no son solo reencuentros y rondas en los bares, para Daniel estas fechas también tienen un simbolismo de lo más especial, relacionado con su infancia y con una de las figuras más importantes en su vida, su padre. Relata acerca de su motivación para ser cofrade que “en mi interior, el motivo principal por el que procuro no faltar a las procesiones es por revivir, en la medida de lo posible, la compañía y presencia de mi difunto padre”.

Y continúa, “apostaría a que la mayoría de papones y cofrades se animaron a formar parte de sus hermandades empujados por la idea de poder ser como sus hermanos, primos, abuelos o padres, siguiendo con la tradición que ellos mismos continuaron en su día”. Daniel detalla que “esto es precisamente lo que a mí me ocurrió con nueve años, teniendo que esperar a estar comulgado (cumpliendo las normas de mi hermandad) para poder pertenecer a la cofradía del Santísimo. La idea de vestir como mi padre, llevar el palio o pujar por la urna despertaba en mi interior, sin saber muy bien por qué, una especial excitación. Quizá, como le puede ocurrir a cualquier niño, sería porque siempre quise ser como él. El momento de enfundarme el hábito y la capa me traslada a su lado, como si él aun estuviese presente refunfuñando por lo costoso de colocar correctamente las tablillas de tela que conforman la vestimenta”. 

Desde entonces, es hermano de la Cofradía del Santísimo Sacramento de Mansilla de las Mulas y asegura emocionado que “el momento de ponerme el caperuzo para salir de la iglesia siempre me trasladará a su lado, como si el hermano cofrade que tengo a mi derecha fuese él, caminando a su lado, procurando llevar bien el paso”.

Daniel finaliza su sobrecogedora intervención sobre esta fiesta de una forma emocionante, afirmando “el momento ritual de celebrar la Semana Santa es para mí el momento de acudir al encuentro de mi padre”.