'Las siete maravillas del mundo antiguo', de Bettany Hughes: un viaje apasionante por el tiempo y el espacio

A veces una se sorprende de la ausencia de libros que ilustren de manera fiable y documentada algunos temas que en nuestra cultura llevan dando que hablar, no ya desde tiempo recientes, sino siglos y siglos. Es el caso, por ejemplo, de lo que acontece con las siete maravillas de la Antigüedad, con las que hasta hace no mucho todos nos tropezábamos en la escuela en algún momento de nuestra formación. Se trataba -se trata aún- de una lista escueta que, sin embargo, permitía viajar con la imaginación a unos lugares lejanos, fantásticos y exóticos donde en algún momento alguien se había embarcado en la construcción de algo increíble. Realmente, se mirara por donde se mirara, increíble.
Aquellos lugares eran, incluso, difíciles de descubrir en el globo terráqueo (¡con luz!) que mi abuelo paterno me había regado con motivo de mi Primera Comunión. Pero los tiempos han cambiado tanto que ahora resultará casi imposible comprender la emoción que a las gentes de mi generación les sigue proporcionando viajar. Sobre todo, a aquellos lugares que quedaron para siempre grabados, indelebles, en nuestra imaginación infantil. De forma que yo recuerdo con nitidez mi primer viaje a Roma y la impresión que posteriormente me causaron Atenas, Estambul (donde vislumbré Europa en su conjunto) y Egipto. Fue precisamente en Egipto, al pie de las pirámides, donde comprendí que a partir de entonces los viajes que me restaran iban a ser más asombrosos que impresionantes. Porque lo que parecía imposible ya se había hecho realidad.
Leyendo las páginas del libro de Bettany Hughes (Londres, 1969), he vuelto a disfrutar de un apasionante viaje por el tiempo -a mi infancia y a la Antigüedad- y el espacio. Solo que en esta ocasión he jugado con ventaja porque, después de tantos años de lectura de los clásicos, hasta me he permitido hacer anotaciones (alguna incluso bastante crítica). Lo cierto es que, de manera casual, el libro de Bettany Hughes ‘Las siete maravillas del mundo antiguo’, que publica la editorial Ático de los Libros en su 15 aniversario como editorial independiente, se titula exactamente igual que otro de los pocos libros autorizados que sobre este tema se han traducido al castellano: el del profesor de la Universidad de Erfurt (Alemania) Kai Brodersen.
Estupendo ensayo
El de Hughes tiene la ventaja obvia de que ha podido incorporar los más recientes hallazgos arqueológicos que afectan de manera especial al conocimiento, por ejemplo, de la Gran Pirámide de Keops que además es la única de aquellas siete maravillas que se han conservado para la posteridad. Por lo demás, el contenido de este estupendo ensayo (un libro para leer con fruición, despacio, saboreándolo, volviendo atrás cuando hace falta) es, más allá de lo obvio (cuáles son las maravillas de la antigüedad, por qué siete, por qué estas y no otras, cómo se construyeron y cómo desparecieron, cómo fueron percibidas en su tiempo y cómo se transmitió su memoria, de dónde o por qué surge la idea que las hace realidad…), una reflexión sobre el modo en que decidimos colectivamente qué es maravilloso. Es, pues, una incursión en la psicología humana.
El eco de aquella lista
‘Las siete maravillas del mundo antiguo’ comienza su andadura en un prefacio en el que la autora nos recuerda los ‘Laterculi Alexandrini’. Se trata de un famoso papiro fragmentado que contiene la lista más antigua que conservamos de estas maravillas, aunque al parecer abarca muchas otras listas. El papiro, cuando dejó de ser útil, fue reciclado y terminó usándose en una momificación que data del apogeo de la época helenística. Le sirve a Bettany Hughes para continuar explorando la herencia en constante revisión, ampliación y revalorización de Alejandro Magno, nacido casualmente el día en que ardió en templo de Artemisa en Éfeso. También la forma en que ese periodo cultural nos vinculó a la Edad del Bronce y, al tiempo, se constituyó como elemento transformador del mundo antiguo.
Y, sobre todo, no olvida el modo en que se ha generado nuestro interés y nuestra empatía por esas maravillas lejanas en el tiempo y en el espacio (aunque siempre accesibles) a lo largo de los siglos. Hasta el punto de que hoy puede aludirse a toda una tradición que incluye las descripciones y emociones de aquellos que, en la antigüedad, las vieron o pretendieron haberlas visto, o que fueron sensibles al eco mediático que generaron. Y, por supuesto, las nuestras.
El viaje que Bettany Hughes nos propone es largo y complejo: Egipto, Babilonia, Éfeso, Olimpia, Halicarnaso, Rodas, Alejandría. Nos lleva también, con un estilo narrativo ágil y divulgativo que en ningún momento renuncia a lo científico, del pasado al presente y a la inversa. A través de los textos históricos, los descubrimientos arqueológicos, la filosofía, el arte, el paisaje, la estructura de las sociedades de los distintos pueblos o imperios, las diferentes nostalgias de las gentes, las catástrofes de la antigüedad, la antropología, el deporte, los ritos religiosos, la celebración de la belleza, la omnipresencia de la discapacidad, la literatura. También a través de gigantescas y colosales estatuas y edificios erigidos en nuestro tiempo como remedo o interpretación de aquel mundo que fue en otra época de héroes pero que no logran eclipsar ni sustituir aquella lista que sigue concitando todo nuestro interés y, como en el caso de la isla de Faros y el monumento funerario de Mausolo, siguen nombrando nuestro presente.
Bettany Hughes
Traducción de Claudia Casanova
Ático de los libros, 2025
496 páginas