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'Genarín' quiere ayudar a la Cultural

La cofradía del 'santo pellejero' mantiene su intención de acudir al estadio y bendecir las porterías tal y como sucedió cuando el equipo militaba en Primera División y no conseguía ganar | "Creemos que en este momento es algo que se necesita", se asegura
 
Miles de personas acompañan a Genarín en su procesión bufa por la capital leonesa.
Miles de personas acompañan a Genarín en su procesión bufa por la capital leonesa.

Esto va de un santo muy peculiar y varios milagros. Cuatro, en concreto. Hay otro más, pero en realidad no podría ser definido como un milagro en el sentido estricto. O puede que sí. Con la Cultural en Segunda B un presidente requirió la presencia de la cofradía de Genarín; el equipo, atascado, no veía la portería rival, era imposible y comenzaba a alejarse la posibilidad de luchar por el ascenso.

Así que el presidente en cuestión dejó las llaves a los cofrades, que acudieron al estadio y realizaron las pertinentes bendiciones en la portería. El equipo ganó el siguiente partido y entró en la lucha por el ascenso.

No está la Cultural hoy en mejor posición que la de entonces. Los mismos miedos, las mismas dificultades y los problemas para llegar a la red rival.

"Creemos que en este momento es algo que se necesita", se asegura desde la cofradía que pide discreción a la espera de que se les permita acudir al estadio. "Al final tendremos que ir, lo único que no sabemos es el momento", también se añade.

Genaro volverá a salir a las calles este jueves y entonces, seguro que se acordará de la Cultural, "pero la bendición tiene que ser en el propio campo".

El vínculo sagrado entre un pellejero y un club

La Cultural y Deportiva Leonesa ha tenido muchos jugadores, entrenadores y hasta presidentes célebres, pero pocos tan decisivos como un santo no oficial: Genarín. Desde que Genaro Blanco y Blanco muriese atropellado por el camión de la basura en 1929 mientras orinaba en la muralla, su leyenda no ha dejado de crecer. Y en ella, la Cultural ocupa un lugar privilegiado.

No es casual que cuando el equipo entra en crisis, sus fieles devotos miren al cielo… o más bien, a la muralla. Porque allí, cada Semana Santa, la Cofradía de Genarín le recuerda con una peculiar procesión cargada de orujo, versos y una fe poco ortodoxa. Entre los múltiples milagros que se le atribuyen, uno de los más celebrados es, sin duda, el que realizó en La Puentecilla en 1956.

La noche que Genarín bajó al campo

El equipo leonés, entonces en su única temporada en Primera División, acumulaba derrotas y mala suerte. La afición, desesperada, clamó por una intervención divina. Y fue entonces cuando apareció Genarín. Sus evangelistas —Porreto, El Gafas, Luis Rico y Pérez Herrero— lideraron una procesión atípica: partieron de un restaurante, se detuvieron a rezar frente a un burdel y asperjaron con orujo los postes del estadio.

El poeta de la cofradía leyó una súplica rimada, apelando al milagro. Y Genarín respondió. Un relámpago surcó el cielo, las banderas del estadio se rasgaron, y la Cultural marcó dos goles que sellaron la victoria. El Hércules cayó 3-1 y el gafe fue conjurado. Al menos por una jornada.

Otros milagros del santo del orujo

No fue la primera vez que Genarín obró lo imposible. Sus milagros —todos con el aroma inconfundible del absurdo— siguen vigentes en la memoria popular: La conversión de La Moncha, una prostituta que encontró la fe (o algo parecido) el mismo día de su muerte; la curación de un enfermo de riñón, que logró orinar sin dolor justo en el lugar donde murió Genarín; el castigo al ladrón de ofrendas, que acabó con la cadera rota tras intentar profanar los tributos al santo pagano; y, por supuesto, el milagro del Hércules, que sigue siendo el único relato místico con aroma a césped y cal.

Una fe que no se apaga

Desde entonces, la historia de Genarín ha corrido paralela a la de la Cultural. Nunca más volvieron a coincidir en Primera, pero los milagros modestos —como eliminar al Atlético de Madrid en Copa— siguen siendo atribuidos a él por los fieles que le ofrecen orujo en Semana Santa y le cantan versos entre rezos laicos.

Ahora, con el equipo nuevamente en apuros, la Cofradía de Genarín aguarda el momento. Saben que no es necesario mucho: solo un hisopo, un poco de orujo, y fe —la suya, única e irreverente— para que el santo vuelva a bajar al campo. Porque, como decía Llamazares, mientras los jugadores cobran primas, hay alguien más, invisible y eterno, que sigue ganando partidos en solitario.