"Para contar mi trayectoria, tengo que empezar diciendo que desde pequeña quería ser profesora"

Profesora de vocación y bióloga de formación, Romina Martínez siempre ha buscado dedicarse a la que es hoy en día su profesión, aunque le ha llevado más tiempo del esperado, lo que le ha ofrecido la oportunidad de probar nuevas y enriquecedoras experiencias. Una carrera en constante avance y aprendizaje, que responde a su inquietud innata y que la ha llevado a donde está hoy en día, donde quiere estar. Y es que, si algo está claro, es que se proponga lo que se proponga, Romina, con su perseverancia, lo consigue.
“Para contar mi trayectoria, tengo que empezar diciendo que desde pequeña quería ser profesora”, comienza explicando Romina.
Estudió educación primaria en Benavides y, posteriormente, pasó al instituto a Veguellina, donde se graduó, tanto en la ESO como en bachillerato con matrícula de honor, por lo que le dieron un premio extraordinario que le cubría por completo el primer año de universidad.
Grado en biología, primer paso para ser profesora
Al finalizar el instituto, Romina se mudó a León, comenzando a estudiar la carrera de biología, “porque quería ser profesora de biología, lo que me gustaba”, asegura.
Después de cinco años de carrera, Romina destaca que “no había plazas para presentarse a oposición de secundaria, porque había una crisis muy fuerte, entonces, me quedaba en casa o me buscaba algo. Y desde la universidad me ofrecieron estudiar el doctorado con una beca de formación profesional que era un contrato de trabajo. Y lo acepté”, asegura.

Doctorado e investigación en Helsinki
De los cuatro años que duró su doctorado, los dos primeros trabajó de manera íntegra en la Universidad de León, mientras que los dos últimos “tenían asociados una beca de investigación con una estancia en el extranjero para investigar algo que no pudieras hacer desde aquí y luego volvías, así que me fui a Helsinki a investigar sobre proteínas que tiene el maíz para la producción de biogás”, relata Romina.
Esta experiencia internacional llegó a la vida de Romina entre 2017 y 2018, pasando un total de cinco meses en la capital finlandesa. Asegura haber sido una aventura enriquecedora, aunque “esos estudios son como a nivel muy básico, los resultados finales se ven a la larga, dentro de unos 15 ó 20 años, la investigación es utilizada por otras personas que van tirando y se sacará algo en un futuro, no ves aplicabilidad directa, por así decirlo”, explica Romina al Heraldo de León.
Regreso y primera experiencia como profe
A su regreso a España, seguía totalmente decidida a dedicarse a su vocación, ser profesora de biología, por lo que “decidí hacer el máster de profesorado el último año de tesis para intentar rentabilizar ese año y que cuando salieran las oposiciones me pudiera presentar”, afirma, indicando así su primer contacto con la academia Oposita, en la que buscaba prepararse las oposiciones de secundaria que salían cada dos años. “Con tan mala suerte que ese marzo llegó el Covid, entonces se canceló todo, no se sabía lo que iba a pasar. Yo recogí los apuntes en una caja y me cabreé con el mundo”, afirma, viendo, una vez más, sus planes de futuro frustrados. Y es que, además, durante ese tiempo, Romina ya había agotado el paro de su trabajo como investigadora en la universidad.
Pero ese mismo agosto de 2020, Romina recibió una nueva llamada de la Universidad de León en la que le informaban que en Franciscanos buscaban una profesora de biología con su perfil y que si quería la oferta, ellos habían dado mi nombre, “entonces fui a la entrevista y me cogieron”, afirma.

Por fin, su merecida plaza de profesora de biología
“Estuve trabajando allí un curso, durante el cual se supo que iban a salir las oposiciones, porque la convocatoria ya estaba establecida del año anterior” relata y añade, “me presenté a la oposición pensando que no iba a sacar la plaza porque durante el año que trabajé en Franciscanos no repasé absolutamente nada. Fui y saqué la plaza de biología”, asegura Romina orgullosa.
Esta nueva situación laboral, llevó a Romina a renunciar a su puesto en el colegio de León, realizando su primer año de prácticas en Herrera de Pisuerga, en Palencia, donde fue profesora de la ESO y bachillerato.
“Tras ese primer año, me dieron destino definitivo en Benavente, en un centro de adultos que buscan sacarse la educación secundaria”, explica.
Pero el deseo de Romina de volver a León, la llevó a entrar en un programa conocido por los funcionarios como Comisión de Servicios, “es para cuando tú tienes un destino definitivo, pero no tienes puntos suficientes para que te den otro y presentas un proyecto, con mucho trabajo, por supuesto, para que te den la opción de trasladarte. Y ahora trabajo en el centro de formación profesional Ciudad de León, que antes se llamaba La Torre”, relata Romina y continúa, “en realidad, no hay biología y geología como tal, pero hay una materia que se llama ciencias aplicadas, que engloba biología, mates, física y química, que son las tres cosas que les doy, pero en la misma asignatura interna, a los cursos de servicios administrativos y peluquería y estética”.

Profesora en una academia de opositores
A la par, Romina combina su trabajo en el centro de formación profesional con otro trabajo como profesora en la academia Oposita, donde ella se había preparado. Y es que, ya por aquel entonces, cuando ella estudiaba, cuenta que su jefe le dijo: “Saca la plaza y te contrato”, y así fue.
“Así llevo trabajando tres años. Por lo que ocio, poco, el que me permiten las vacaciones y poco más”. Y es que, además de estos trabajos como docente, Romina se mantiene en constante formación, “ahora me he apuntado a hacer un máster de didáctica de la biología, que básicamente te enseña nuevas herramientas para dar clases, nuevas metodologías, aplicaciones, tipos de actividades y ese tipo de cosas”, afirma.
El poquito tiempo que le queda libre, Romina lo dedica a pasear con su pareja por el pueblo en el que hoy en día viven, a leer libros de Agatha Christie, a bordar y a una de sus pasiones, las manualidades y el lettering.
Una carrera impecable resultado del constante aprendizaje y las inquietudes que mantienen a Romina siempre activa. Destaca que le gustaría tener más tiempo para disfrutar del ocio, pero entiende que con el paso de los años, cada vez será más sencillo, gracias a su preparación y experiencia. Además, “estoy acostumbrada a este ritmo, lo tenía haciendo la tesis”, afirma.
Profesora, doctora en biología y constante aprendiz, así es Romina Martínez, ¿qué será lo próximo que se proponga y que, por supuesto, consiga?