De León a Londres: "Nos hicimos medio músicos gracias a ellos, tocábamos sus canciones"

La infancia de Miguel Díez se podría resumir como típica de los años 80, con la bici como vehículo y las calles como escenario, además del heavy metal como banda sonora. “No había más, tampoco lo necesitábamos”.
Nació en Santa Lucía de Gordón, un pueblo minero al norte de León. Allí recuerda sus primeros años de vida por las calles, jugando, con la bici, cambiando cromos o simplemente hablando. Miguel recuerda “la infancia en León en los años 80 era mucho mejor que ahora, no había internet, no había teléfono más allá del de casa”, lo que asegura que llevaba a que las calles estuviesen “llenas de chavales”.
Uno de los aspectos más importantes para Miguel de aquella época era la posibilidad de hablar con las personas, “antes el único internet o WhatsApp que había era el cara a cara”. La vida social era, y siempre ha sido, algo imprescindible en León y en cualquier pueblo de la provincia, “con nuestros padres pasaba lo mismo, tomaban el ‘vinito’, quedaban en la calle, hablaban con los padres del vecino”, recuerda nostálgico exponiendo que “esas cosas ya se han perdido, casi ni se saluda, antes era todo mucho más cara a cara”. También afirma que, durante aquellos tiempos, “las cosas eran más sencillas”.
El heavy metal, la banda sonora de su vida
En su infancia y juventud, Miguel no se caracterizaba por ser el típico deportista, “yo solo jugaba al fútbol cuando iba a clase, en el patio”, aunque sí que recuerda infinitas tardes con su bicicleta, “la bici era como el móvil ahora, sin bici no eras nadie”. Pero su pasión era otra, “la música era muy importante en mis tiempos. La música del momento estaba llena de grandes artistas, AC/DC, Iron Maiden, Michael Jackson o Madonna”.
Aunque a Miguel no le bastaba únicamente con escuchar su música favorita en su cuarto, lo que le llevó, con yan solo 16 años, a empezar a tocar el bajo, “me enseñaron unos amigos de toda la vida que tocaban la guitarra y la batería”. De ese modo, más por diversión que con cualquier otra pretensión, “empezamos a tocar, en un local, versiones de grupos como Deep Purple o Judas Priest y algún tema también compusimos nosotros”, detalla y continúa, “tocamos en algún local de León como la Atlántida, el Atomium o algún otro pub”.
Pero después del año 2000, el vocalista del grupo que Miguel había formado con sus colegas bajo el nombre de ‘Terremotos’, se fue a vivir a Londres y el grupo quedó en ‘stand by’.
Trabajar para poder pagar conciertos
A la par, Miguel comenzaba a trabajar, “para tener algún dinero y poder ir a algún concierto, a ver a AC/DC, a Obús o a Leño, los grupos de la época”. Para poder costearse su diversión, sin pedir dinero en casa, al cumplir los 18, “empecé a trabajar en una empresa de electricidad en los meses de verano, en la compañía de un amigo de mi padre”, relata Miguel.
Su pasión por la música le llevó a múltiples lugares de la geografía española, visitando ciudades como San Sebastián, Madrid o alguna que otra ciudad asturiana, donde pudo disfrutar de conciertos de los grandes de la época, “como los ya mencionados AC/DC, y también los Rolling Stones, en su mítico concierto de 1982 en el campo del Atlético de Madrid, caía un diluvio, pensaban suspenderlo, pero los Rolling tiraron ‘pa lante’ y la lluvia nos dio una tregua y el concierto se hizo entero, la chupa de agua fue impresionante, pero fue de los mejores conciertos de mi vida. También fui a otros grandes conciertos de artistas como Joe Cocker, Miguel Ríos, o incluso bandas y cantantes de otros géneros como Mecano, Miguel Bosé o Camarón”. Miguel también recuerda salir por el emblemático Húmedo, por locales que ponían música heavy, “los viernes íbamos al la Mandrágora y los sábados a la Atlántida”, afirma.
Pero su ocio no se enfocaba únicamente en la música, Miguel también destaca que disfrutaba de partidos de La Cultural, “en el antiguo Amilivia”, y que le gustaba visitar diferentes lugares de la provincia, “lo típico era ir a la montaña, íbamos a Matallana, a la Hoces de Vegacervera, a las Médulas”, pero eso sí, siempre escuchando música.
“A los 20 años dejé de estudiar y ya empezó en serio mi vida laboral” y a los 21, Miguel comenzaba a trabajar en la compañía en la que trabajaba su padre en aquel momento, Cementos Molins, donde estuvo trabajando dos décadas.
Aventura musical en Londres
Pero entre medias, su aventura con la música continuaba, tras la ida del vocalista de los Terremotos a Londres en el 2000 y la pausa que se había tomado su banda, “en 2003, el otro guitarrista se hizo un grupo de hard core con otra gente y se fueron a Los Ángeles a grabar un disco, todo pagado por ellos para vivir la experiencia, y en 2005, dos de ellos se fueron a Londres también a trabajar y, una vez allí, comenzaron a ensayar en casa”. Pero el momento importante llega en 2006, Miguel relata que, junto a un amigo, “fuimos también a Londres a trabajar, pero al final nos enfocamos únicamente en la música. Además, entre las vivencias en Londres, recuerdo que estuvimos en el Apolo, un teatro muy emblemático de Londres y del mundo, donde vimos a Motorhead”, un nombre más a la lista de los conciertos que Miguel ha disfrutado a lo largo de su vida, quien asegura, “en esos años nos hicimos medio músicos gracias a esa gente, tocábamos sus canciones”.
Pero la aventura terminó, Miguel volvió a su León natal y siguió trabajando, tocaba “hacerse un paisano”, tal como afirma.
Desde entonces, su vida ha sido eso, trabajar, actualmente en Tragsa como soldador. Pero de fondo, siguen sonando sus canciones favoritas de metal. Y es que, aunque Miguel se bajó hace casi ya 20 años de los escenarios, la música sigue siendo uno de los grandes motores de su vida. “Puedes salir de la música, pero la música nunca sale de ti”.