"Prefiero vivir en León y las vacaciones aprovecharlas para ir por el mundo”

Juan Carlos Fernández vivió toda su infancia y parte de su adolescencia en su ciudad natal, León, pero sus inquietudes y sus ganas de aprender y conocer mundo, le llevaron a visitar otros lugares, no solo dentro del territorio nacional, sino a saltar el charco en su aventura estadounidense durante sus años de instituto y a Holanda, después de terminar de estudiar. Pero la nostalgia de su tierra, trajo de nuevo a Juan Carlos a León. Una nueva vida le esperaba, cambió la ingeniería por la enseñanza y la ciudad por un pequeño pueblo de poco más de cien habitantes. Así vive ahora y, espera, que “por una buena temporada”.
Su infancia transcurrió en León ciudad, donde vivía junto a sus padres y su hermano. Estudió primaria en el Colegio Luis Vives y cursó, hasta tercero de la ESO, en el Instituto Padre Isla. En cuarto curso ya empezó su aventura internacional, “fui un año a estudiar a Estados Unidos, estaba en casa de una familia americana, en medio de la nada en Michigan”, relata Juan Carlos.
Recuerda su experiencia en Norteamérica como un momento de lo más enriquecedor, tanto a nivel personal como en el ámbito estudiantil. “Es como en las películas”, asegura, “el autobús amarillo, las casas. La primera nevada cayó en Halloween y hubo ya nieve todo el invierno hasta marzo o así porque estaba en una zona al norte, cerca de Canadá y mucho frío, pero una experiencia total” y continúa, “en el instituto, las clases, los clubes de estudiantes, la cafetería con las mesas redondas en las que se sientan por grupos”. Pero más allá del choque cultural, Juan Carlos afirma que “aprendí mucho, al principio no me enteraba de nada, porque el inglés que nos enseñan aquí no es el inglés real, al menos antes, pero ese año me sirvió mucho”.
A su regreso a León, Juan Carlos pasó a estudiar bachillerato en el Instituto Lancia.
Ingeniero en Telecomunicaciones: de Asturias a Holanda
Al finalizar el instituto, Juan Carlos se muda nuevamente, aunque en esta ocasión, algo más cerca de casa. Y es que, estudió ingeniería de telecomunicaciones en Asturias, en el Campus de Gijón de la Universidad de Oviedo.
Recuerda esos años como una experiencia “muy buena, salir de casa de tus padres, descubrir lo que es vivir de manera más independiente, y además en Asturias, me gustó muchísimo”, asegura Juan Carlos. Rememora su época universitaria con nostalgia, hasta el punto de afirmar que “me quedan ganas de vivir en Asturias, ya más asentado”.
Cuando terminó la carrera, decidió hacer un máster, también en Asturias.
Durante aquellos años, Juan Carlos se estabilizó en la comunidad vecina, “ni me fui de Erasmus”, asegura, pero una nueva mudanza estaría a punto de llegar. Las prácticas universitarias le llevaron hasta Holanda, momento que aprovechó también para llevar a cabo su trabajo de fin de máster. “Estuve en una empresa multinacional y al terminar me contrataron”, explica y continúa “estuve allí otro año más trabajando, pero no me gustaba. No sé muy bien qué idea tenía, pero me vi con pocas perspectivas de mejora, me vi atascado y eso que solo llevaba un año, pero veía que eso no iba a avanzar”.
Esta situación llevó a Juan Carlos a plantearse una importante decisión, qué hacer con su vida. “Estando lejos de casa al final las vacaciones que tenía las gastaba en venir a León y dije, casi prefiero vivir en León y las vacaciones aprovecharlas para ir por el mundo”, de este modo, Juan Carlos decidió volver, en verano de 2019, a su León natal.
Vuelta a León: cambio de rumbo
A su regreso a León, ese mismo verano, Juan Carlos dio un vuelco a su carrera profesional, dejó de lado la idea de ser ingeniero y planificó un nuevo futuro, apuntándose al máster para ser profesor.
“Empecé el máster en octubre de 2019 y a mitad de curso, pilló la pandemia, por lo que no hice prácticas de profe, las hicimos online”, relata y añade, “se daba clase en línea, entonces me compré una tableta gráfica y usaba la pantalla como pizarra. Me unía a las clases con el profesor que me cogió, del Padre Isla, donde yo estuve, y me hizo mucha ilusión”.
Tras una época un tanto confusa, viviendo una situación nunca antes planteada, Juan Carlos tuvo la “suerte” de que, a causa de la pandemia, pusieron profesores de refuerzo, entonces “entré a trabajar directamente, normalmente tendría que haber esperado a opositar, pero abrieron listas dinámicas y necesitaban cubrir sustituciones”, asegura.
Esta oportunidad le llevó a comenzar su trabajo como profesor. “Primero estuve en Boñar, 15 días, luego en la Granja de San Ildefonso en Segovia, que me pareció una fantasía, una zona muy bonita; y luego ya me dieron una baja por maternidad y estuve en Arévalo hasta fin de curso”, relata Juan Carlos de sus primeras experiencias durante el curso 2020-2021.
Al finalizar aquella temporada, en junio de 2021, se presentó finalmente a las oposiciones “y aprobé raspado, pero suficiente para sacar plaza”. Juan Carlos empezaba por fin un poco a estabilizarse, “ya veía mi futuro más claro”, exclama.

Mudanza al pueblo
De este modo, Juan Carlos consiguió la plaza que alberga hoy en día, como profesor de matemáticas en el instituto de Santa María del Páramo, el IES Valle de Luna. “Es una gozada, porque hay pocos alumnos, entonces tienes mucho más tiempo para preparar las clases, para corregir exámenes, les conoces mucho más”, asegura, “no estás tan sobrecargado como en un instituto de ciudad”. Y es que, a pesar de conseguir su plaza, Juan Carlos no fue directo al municipio leonés, sino que primero pasó por un instituto de la ciudad, el Giner de los Ríos, además de otro en Burgos, donde estuvo un año “hasta que me dieron aquí el definitivo”.
Fue el propio Juan Carlos el que decidió ser profesor en Santa María del Páramo. ¿El motivo? El amor, como en todas las grandes historias.
Durante el curso 2021-2022, Juan Carlos conoció a Jesús, su pareja, al que define, entre risas, como “más de campo que las amapolas”, lo que les llevó a buscar un pueblo en el que seguir sus vidas en conjunto.
A los meses de estar juntos, ambos se dieron cuenta de que tenían el mismo proyecto de vida, por lo que empezaron a buscar un lugar donde vivir por los alrededores de la ciudad. “Jesús trabaja en León, entonces nos pusimos a buscar algo a unos 20 ó 25 minutos como mucho de la ciudad”, pero durante esta ardua búsqueda, apenas encontraban viviendas que mereciesen la pena, que estuviesen en condiciones óptimas para vivir y a un precio conveniente.
Hasta que vieron una casa en Fontecha, “recién reformada y con un terreno para poner un huerto y animales, algo que para Jesús era obligatorio, entonces la compramos”. Así relata Juan Carlos su salto a la vida rural.
Alcalde pedáneo de Fontecha
Su mudanza al pueblo le planteó otras perspectivas. Acostumbrado a vivir en un piso en la ciudad, Juan Carlos se vio sorprendido por el día a día de la vida rural. Y entre los aspectos a los que se enfrentó en su nuevo hogar, destacó uno muy concreto, “no teníamos agua municipal, sino un pozo”. Esto les llevó a buscar alguna alternativa para poder acceder al suministro público, a lo que el ayuntamiento les remitió a la alcaldesa pedánea de Fontecha.
Tras múltiples conversaciones con la misma, le acabó haciendo una propuesta, que en un primer momento Juan Carlos tomó como broma, y es que, tras 12 años de legislatura, estaba cansada de su puesto y le planteó la posibilidad de presentarse en las elecciones municipales para ser su sucesor.
Y a pesar de inicialmente pensar que era una locura, Juan Carlos cogió el testigo y se presentó, saliendo como alcalde pedáneo en las municipales de 2023.
Entre risas, asegura que, no lo hizo para disfrutar del privilegio de gestionar el tema del agua en su casa, ya que “sigo sin agua”, asegura. Pero sí que aprovechó, previo aviso a sus vecinos, para poder trasladar su plaza como profesor a Santa María del Páramo. Y así se hizo.
Pero lejos de ser alcalde por privilegios personales, Juan Carlos afirma que durante su mandato, el cual se encuentra ya en la mitad de la legislatura, ha llevado a cabo múltiples proyectos para la localidad, “hemos arreglado el tejado de la escuela, todo con subvenciones, y ahora van a instalar placas solares”. Además, cualquier requerimiento que presente alguno de sus vecinos, Juan Carlos es el encargado de comunicárselo al ayuntamiento.
Pero si algo saca en claro de su labor como alcalde pedáneo, sin duda es, darse cuenta de que vive en un pueblo muy agradecido, “los vecinos son muy agradables”, además, asegura que se encuentra “con ganas de seguir haciendo cosas para el pueblo”.
Profesor rural
Varios institutos de lo más variopintos le llevaron a conseguir la experiencia necesaria para enfrentarse a su vida actual. Y es que, Juan Carlos afirma que “yo creo que nos pasa a casi todos los que empezamos en educación, nos falta tiempo de prácticas, porque incluso si las hubiéramos hecho presenciales, no son más que un mes”. Entonces, no queda otra que ir cogiendo soltura a medida que ya comienzas a trabajar delante de los alumnos, entendiendo a la vez cómo funciona un centro.
Pero asegura, que lo que más le ha enseñado estos últimos años es vivir en el propio pueblo, “creo que estaría bien ir desmitificando el tema de que en los pueblos la gente tiene un carácter más áspero y que no son tan abiertos como en la ciudad. También que la gente no es culta” y continúa “en este instituto hay muy buen nivel, existe el prejuicio de que en los pueblos hay menos nivel y para nada, de hecho, las profesoras de lengua están preparando para mandar a los chavales a la fase autonómica de la Liga de Debate, ya que ganaron la provincial; y yo me llevo a seis alumnos a la Olimpiada Matemática en mayo”.
Por otro lado, como complemento a su trabajo como profesor, Juan Carlos detalla que gana un “dinerillo extra” dando cursos para formar al profesorado. Él mismo se percató de la gran necesidad de disponer de una herramienta capaz de facilitar las labores de calificar, tras la implantación de la nueva ley de educación, “no nos proporcionaron ninguna herramienta digital que lo facilitara y eso es lo que yo he hecho, desarrollarla en Excel programada”, explica.
“A raíz de eso, se lo enseñé a unos asesores del CFIE (Centro de Formación e Innovación Educativa de León), les gustó y me empezaron a llamar para cursos”, afirma Juan Carlos.
En su tiempo libre, además de dedicarse a llevar a cabo esta formación para docentes y dedicarse a mantener su huerto y sus gallinas, Juan Carlos también ha aprovechado para participar en el programa de la tele ‘Cifras y letras’. “Me surgió porque me lo comentó el hermano de Jesús, me apunté al casting y me llamaron para ir. Fue una experiencia superchula, muy recomendable”.
Juan Carlos no quiere finalizar sin antes hablar de “las oportunidades que dan los pueblos, no solo para uno, sino si alguien quiere y está pensando en tener hijos, la educación rural es algo a considerar. Yo que vivo en un pueblo y soy profe veo que es muy individualizada, el trato es mucho más cercano, con todas las ventajas que esto supone”.
Además, también hace un llamamiento a vivir en los pueblos y espera que la gente, poco a poco, se vaya animando. Y se expone a sí mismo como el mejor ejemplo, de haber vivido en la ciudad, no solo en León, sino en otras partes del mundo, la tranquilidad y estabilidad que le está dando el pueblo que le ha acogido no la ha encontrado en ningún otro lugar y espera que, cada vez, más gente tome la misma decisión.