"Mi profesión es ser madre y, de manera secundaria, soy empleada del hogar"

El pasado domingo 30 de marzo se conmemoró el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, una fecha que busca visibilizar la labor de miles de mujeres que desempeñan tareas esenciales en los hogares ajenos. Entre ellas está Adelaida García, una leonesa de 38 años que lleva siete dedicándose a la limpieza de casas. Su historia es la de muchas mujeres que equilibran el empleo doméstico con la crianza de sus hijos, enfrentando desafíos que van más allá de lo laboral. Un ejemplo de esto, es su hermana, quien como Adelaida es empleada del hogar y madre separada. "Hace mil maravillas para llegar a todo", afirma.
Desde su experiencia, Adelaida no se define como una empleada del hogar en el sentido estricto. "No es mi trabajo como tal, ya que yo no trabajo, pero para ganar algo de dinero de vez en cuando limpio alguna casa", dice. Lo hace de manera independiente y adaptándose a sus horarios, lo que le permite organizar su jornada según sus necesidades. "En cuanto al tiempo que dedico a cada casa, depende de lo que me pidan, del espacio y de lo sucio que esté. Mínimo suelen ser una hora y media o dos", explica.
Ser madre, su prioridad
Para ella, la flexibilidad es clave, ya que su prioridad es su hija. Adelaida es madre soltera y organiza su trabajo en función de los horarios escolares de su pequeña, quien además tiene una discapacidad. "Mi profesión principal es ser madre y, de manera secundaria, soy empleada del hogar", afirma. En el pasado, intentó compaginar su vida familiar con un empleo en hostelería, pero los turnos irregulares lo hacían imposible. "En mi situación, no podía compaginar bien los horarios y con esto puedo hacerlo siempre en el tiempo en que ellos están en el colegio", afirma.
Esa autonomía también influye en la forma en que consigue empleo. "La gente para contactar conmigo es a través del boca a boca, como quien dice. Preguntan si saben de alguien que pueda hacer tal cosa y si me conocen, pues me recomiendan", relata. Gracias a esta red de confianza, ha logrado encontrar casas donde trabajar sin necesidad de intermediarios.
Sin embargo, que el empleo sea flexible no significa que no exija habilidades. "Hay que saber qué productos son para cada superficie, porque no todo es pasar un trapito", señala. También ha tenido experiencias de poco agrado. "Me he encontrado cosas muy desagradables que limpiar, pero nada imposible", comenta.
Falta de visibilidad
A pesar de su experiencia, hay algo que le sorprende: la falta de reconocimiento hacia este tipo de empleo. "Ni yo sabía que había un Día Internacional de la Trabajadora del Hogar", confiesa. Y aunque su situación es más llevadera que la de otras mujeres, es consciente de las condiciones de quienes trabajan como internas. "Las hay que no salen más que un día a la semana y el resto del tiempo son como una propiedad de esa casa. Hay personas que, por el hecho de pagarte, creen que eres su esclava, y yo no estoy de acuerdo con eso. Sin embargo, es cierto que hay empleados que no les queda otro remedio", sentencia.
El testimonio de Adelaida es un reflejo de la realidad de muchas mujeres que sostienen hogares ajenos mientras intentan sostener el propio. A través de su historia, se visibiliza una labor indispensable que, a menudo, sigue siendo invisible para la sociedad.