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Reportaje

El imperio del pastor Ezequiel

Ezequiel vivió la guerra civil en Extremadura y, tras superar ese periodo, regresó a León para instalarse en la zona de Villamanín | Hoy el imperio Ezequiel se extiende desde la fabricación a la restauración y ya apuesta por colonizar Madrid 
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Ezequiel, junto a su hijo, y su rebaño de ovejas en una imagen del archivo familiar.

Ezequiel era pastor, y arreaba las ovejas de un lado a otro en busca de futuro.

En los duros años 40 todo era miseria y lucha así que la familia de Ezequiel vivía en la trashumancia hasta llegar a tierras leonesas. 

Ezequiel vivió la guerra civil en Extremadura y, tras superar ese periodo, regresó a León para instalarse en la zona de Villamanín. 

Allí, a base de no poco esfuerzo, logró hacerse con algunos inmuebles y puso en marcha un negocio al que jamás se había dedicado: fabricar embutidos y entrar en el negocio de la carne.

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Amador, segunda generación, junto a su familia.

Amador y los años 70

Ezequiel, luchador, fue labrando un futuro a base del sudor diario, un esfuerzo que heredó su hijo Amador, quien formó la segunda generación y mantuvo la tradición.

Amador tenía el negocio en las venas. Recorría los mercados de León y Benavente, los mismos que en no pocas ocasiones había visitado de la mano de su padre. 

Eran los años 70 y el embutido ya era marca de la casa, mucho más de la mano de un hombre que empatizaba con todo el mundo.

El humor estaba en su vida. Siempre contaba el día en el que bajó a León en su nuevo Land Rover, pero regresó a Villamanín en el tren al olvidar que tenía coche o el día que arrolló el Policía Municipal situado en la plaza de Santo Domingo y le preguntó: «¿Qué hacía usted ahí subido en el medio de la plaza?».

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Amador y Ezequiel en una imagen del álbum familiar.

Las nuevas generaciones

Y mientras el embutido seguía creciendo hasta que la tercera generación, en los años 90, entraba de lleno en la restauración sin olvidar la fabricación de embutidos.

Ezequiel García engendraba lo mejor de su abuelo y de su padre. Calidad, materia prima, atención al cliente y esmero. Con esas máximas asentó las fábricas de Villamanín y La Robla, entendió el negocio de la restauración de Villamanín a León y ahora, con el apoyo de una nueva generación, a Madrid. 

Tal es el reconocimiento a ese nombre que hoy Ezequiel es sinónimo de 'lo bueno, lo mejor'. Y en Madrid lo podrán disfrutar muy pronto.

Ezequiel en la calle Ancha, una de las referencias dentro de la restauración de esta firma leonesa.
Ezequiel en la calle Ancha, una de las referencias dentro de la restauración de esta firma leonesa.