Riello quiere resucitar su organillo

En el principio de siglo, en la Montaña Occidental leonesa, los vecinos de las localidades próximas a Riello se citaban para bailar al son del organillo de esta localidad.
Era patrimonio del pueblo y se había comprado con lo recaudado, durante no poco tiempo, por los más jóvenes de la localidad realizando sus teatrillos.
Y así, obra a obra, día a día, peseta a peseta, lograron reunir lo suficiente como para poder comprar con una pieza única, automatizada, una maravillosa caja de sonidos que supliera la necesidad de una orquesta o músicos profesionales y permitiera gozar de cierta diversión.

Era la sensación de la época

"Con seguridad era la sensación de la época", asegura Darío Álvarez, historiador del Arte del Ayuntamiento de Riello.
Aquel organillo, que podía reproducir hasta una decena de canciones, todas ellas "agarradas", lanzaba al aire clásicos del pasodoble, polka, chotis o vals.
El tiempo y la llegada de los primeros discos, sin embargo, le llevó el desuso, el abandono y la pérdida de algunas piezas clave para poder seguir emitiendo música. Las reparaciones, ya entonces, exigían un elevado coste.
Memoria de la zona

Ahora, y tras décadas abandonado en su salón municipal, el equipo de gobierno de la localidad ha decidido recuperar esa pieza. No solo por la historia del organillo en si, fabricado por la prestigiosa firma de Luis Casali, sino por la memoria de quienes bailaron en no pocas ocasiones con sus sonidos.
"Tenemos ese empeño, es una pena que esté aquí, olvidado y vamos a ver si lo conseguimos recuperar", recuerda Darío. Él mismo ha escuchado decenas de historias vinculadas al organillo. "Mari Carmen Fidalgo, una de las vecinas, nos ha contado cómo de niño veía bailar a los mayores con su música", mantiene.
El corte
De ahí la importancia de devolver a la vida un elemento musical que esconde entre sus cuerdas y notas musicales una gran parte de la historia de la comarca.
Y la misión no parece imposible. Resucitar el organillo de Riello tiene un coste aproximado de 5.000 euros. Y ese es el reto.