Propósito de enmienda para 2025
No puede empezar mejor 2025, un año que apunta maneras y que nos sitúa ante un cuadrado perfecto que matemáticamente es el único en su clase dentro de este siglo y, por ende, el único de nuestras vidas.
2025 es el resultado del cuadrado del número 45, a lo que añade como curiosidad que es la expresión del producto de dos cuadrados menores: 9² × 5² = 2025 y también la suma de tres cuadrados: 40² + 20² + 5² = 2025.
En fin, que estoy convencida de que un año así nos deparará muchas cosas buenas (a cada uno las que quiera). La primera, por lo que me toca, la posibilidad de retomar mi columna de opinión en el renacido rotativo del Heraldo de León, que surge con este nuevo y singular año como una cabecera independiente que tiene el objetivo de ofrecer a sus lectores una información veraz y de calidad desde -y son sus propias palabras-la imparcialidad, el rigor, la precisión, la humildad y la tolerancia.
A mi juicio son estos valores, frente a la manipulación grosera o el sectarismo a los que, por desgracia, cada vez estamos más acostumbrados, los que deben subyacer a la información que se traslade a la ciudadanía haciendo del periodismo ese “cuarto poder” cuyo papel es clave en la consolidación de la democracia.
Vaya desde aquí mi enhorabuena sincera por este “renacimiento” y, sobre todo, por esa voluntad confesa de ejercer la vocación de servicio a los ciudadanos que se presupone al periodismo bien hecho que atiende a la verdad.
En este caso, además, el cumplimiento de estos objetivos se garantiza con un paladín de lujo, Javier Calvo, a quien agradezco infinitamente que me “obligue” a retomar este ejercicio quincenal de trasladarles mis reflexiones acerca de lo que nos pasa, tamizadas, eso sí, a través de mi opinión que no puede ser imparcial, aunque sí, desde luego, respetuosa con todos aquellos planteamientos que no coincidan con los míos.
El comienzo de un nuevo año, de un nuevo rotativo y de una nueva columna de opinión es una ocasión fantástica para hacer si quiera un pequeño balance de dónde estamos situados, como forma de definir cuáles deben ser los propósitos de enmienda para 2025.
Si ha habido un hecho aborrecible desde el punto de vista del derecho en 2024, destacaría la Ley de amnistía
Desde el punto de vista de nuestro Estado de Derecho no considero que haya muchas razones para pensar que 2024 haya sido el mejor año de nuestra historia, ni mucho menos. De ellas iré hablando en mis columnas- no vamos a tratarlo todo hoy- con el compromiso de actuar como altavoz de aquellas cuestiones que tienden a desdibujarse y opacarse por la vorágine de acontecimientos que suceden diario, sin que por ello dejen de afectarnos, y mucho, a todos.
Si ha habido un hecho aborrecible desde el punto de vista del derecho en 2024, destacaría la Ley de amnistía que, como he manifestado en varias ocasiones y debo repetir aquí para seguir haciéndola presente en el debate público, ataca los principios basilares de nuestra democracia: la igualdad de todos frente a la ley, la separación de poderes o la generalidad de las leyes. Su forma de aprobación, además, ha generado un peligroso precedente, garantizando la impunidad a cambio de un puñado de votos que resultaban necesarios para la investidura, en lo que es un ejercicio arbitrario de poder ante el que muchos juristas nos rebelamos abiertamente. Eso, o comulgar con ruedas de molino.
Por si no fuera bastante, esta nociva forma de entender la política también queda patente en lo que, aunque todavía se mueve en el plano de las promesas que facilitaron otra investidura -la de la Generalitat-
Y lo peor es que ese ejercicio arbitrario del poder, como reforma “ad hominen” del Código penal pensada para resolver el problema de unos pocos y, de paso, del Gobierno- que, les recuerdo, no tenía votos suficientes para la investidura- como les ha salido “medio bien”, tiende a repetirse (y digo medio bien porque, gracias al buen hacer de los jueces Puigdemont, afortunadamente, no ha podido beneficiarse de ella aún).
Voy a ponerles dos ejemplos que demuestran esta tendencia que deberíamos, dentro de los buenos propósitos de 2025, erradicar de nuestro Estado de derecho impidiendo a nuestros gobernantes seguir haciendo barbaridades.
El primer ejemplo lo tenemos con la reciente proposición de ley para la restricción de la acción popular que, bien entendida- lo que implica leerse la disposición transitoria- revela que está dirigida a que se aplique a los procedimientos ahora en curso en los que se está investigando a familiares muy directos del presidente del Gobierno. Cuando menos resulta escandalosa esta forma de retorcer la función legislativa en favor de exclusivos intereses personales de quien, a día de hoy, encabeza el Poder Ejecutivo.
Por si no fuera bastante, esta nociva forma de entender la política también queda patente en lo que, aunque todavía se mueve en el plano de las promesas que facilitaron otra investidura -la de la Generalitat-, comienza a tener claros visos de estar llamado a convertirse en un segundo ejemplo de ejercicio arbitrario del poder que, a la mínima de cambio, tomará forma de proposición normativa que, en este caso, supondrá un perjuicio irremediable para nuestro Estado de Derecho.
Me estoy refiriendo a la modificación en ciernes del sistema de financiación autonómica que, tal y como apunta ese modelo de financiación singular que ni la Ministra de Hacienda ha sabido explicarnos, está pensado para beneficiar a los de siempre, sin más razón que mantener el mismo puñado de votos que siguen siendo necesarios para gobernar. Que ello se produzca rompiendo la igualdad y la solidaridad entre todos los españoles que nos garantiza la Constitución, que hasta García Page se lo recuerda (de boquilla, pero se lo recuerda), es lo de menos. Prietas las filas…
Esperemos que este 2025, ahora incipiente, despierte las conciencias de todos y cada uno de los que estamos dispuestos a defender los valores democráticos que exigen que todos seamos verdaderamente iguales ante la ley. Y lo conseguiremos porque somos mayoría.
Como propósito de enmienda deberíamos imponernos denunciar y controlar los abusos del poder en un empeño y compromiso que yo, desde ahora mismo, asumo con gusto desde esta columna.