"Después de tantos años fuera, echamos de menos nuestra tierra"

David Álvarez nació en Sabero, un pequeño pueblo en la cuenca minera leonesa que vivió tiempos de esplendor gracias a la mina de Hulleras de Sabero. Sin embargo, ese auge quedó atrás cuando la mina cerró. “Sabero fue una zona con una calidad de vida alta mientras duró abierta la mina. Pero, cuando la cerraron, las generaciones posteriores tuvimos que hacer frente a la dureza de subsistir aquí”, relata.
Con el fin de la mina, las oportunidades en su pueblo eran escasas. Tras acabar el instituto, David tomó la decisión de mudarse a León para continuar su formación. Optó por la carrera de Relaciones Laborales, aunque rápidamente se dio cuenta de que no era el camino que había imaginado. “Te engancha al principio, pero cuando ves cómo es el futuro profesional, te das cuenta de que las condiciones laborales no son las mejores. En la mayoría de los casos, acabas trabajando en una asesoría laboral, haciendo nóminas y cotizaciones, pero por un sueldo bajo y con una carga de trabajo estresante”, comenta.
Una conversación que marcó su futuro
A los 24 años, un giro inesperado apareció en su vida. Un amigo le comentó que había sacado una plaza como funcionario de prisiones. En esa conversación, David se interesó por este mundo. “Me dijo que, si bien hay una parte de inseguridad por trabajar con personas que pueden ser violentas, el ambiente de trabajo es bueno. Además, el horario es excelente, porque trabajas tres días seguidos, haces una noche y luego tienes cuatro días libres. Es un trabajo que te permite vivir lejos de casa, pero con la posibilidad de regresar a tu hogar con frecuencia”, explica.
A pesar de este interés, David siguió con su vida laboral, pero sentía que eso no era lo suyo. Fue entonces, cuando trabajaba en una inmobiliaria que cerró su oficina "un 22 de diciembre", cuando David decidió cambiar el rumbo de su vida. “Pensé en empezar a prepararme la oposición para prisiones. Aproveché las Navidades para desconectar y el 8 de enero ya estaba en mi primera clase. Me apunté a una academia en León y me enganché rápidamente al temario”, relata.
Un objetivo claro: sacar la plaza
David se sumergió de lleno en la preparación de la oposición. Su dedicación fue total. “Estudiaba todo el día, de lunes a sábado. Solo intentaba desconectar un poco el sábado por la noche, saliendo a cenar con amigos. El domingo también trataba de estar tranquilo, aunque a veces dedicaba alguna tarde a repasar”, explica. Su objetivo era claro: aprovechar al máximo cada hora de estudio.
El sacrificio valió la pena. Tras un año de intenso estudio, David aprobó la oposición y después de aprobar, llegaron los dos años y medio de prácticas, que "se acaban alargando un poco más". Esa fue una etapa importante para él, trabajó en León y conoció a gente del sector con gran experiencia. “Recuerdo esos dos años y medio con mucho cariño. Estuve rodeado de gente de la zona, que llevaba años trabajando en prisiones y para ellos todo funcionaba con los ojos cerrados. Fue una gran escuela”, asegura.
Sorpresas que llegan en el proceso
La vida de David no solo estuvo marcada por su carrera. Durante su tiempo en León, conoció a su pareja. “Mi chica y yo nos conocimos al empezar las prácticas en León. Desde ese momento, hemos estado juntos, mudándonos con nuestro hijo de un sitio a otro. Llevamos muchos kilómetros a nuestras espaldas”, relata.
Tras las prácticas, se mudaron Madrid. Estremera fue su primer destino definitivo, una de las cárceles más conflictivas. “Cuando te asignan tu primer destino, solo piensas en adaptarte al trabajo. No puedes esperar mucho más”, comenta David.
Poco después, se trasladaron a San Sebastián, donde pasaron un año y posteriormente, a Nanclares, en Vitoria, donde llevan casi tres. "Cuando nos fuimos a San Sebastián lo hicimos sobre todo ante la posibilidad de mejorar nuestras condiciones de trabajo. Se sabía que Euskadi quería hacerse con las competencias de prisiones, pero después de 4 años aquí, que los cumplimos en marzo, vemos que solo nos han vendido humo, y que han influido más temas políticos que profesionales, por lo que preferimos volver a la administración estatal donde se respeta más nuestra profesión", sentencia.
La posibilidad de regresar
Actualmente, David y su familia esperan una resolución a un concurso que les permitiría volver a León. “Después de tantos años fuera, echamos de menos nuestra tierra, tenemos esperanzas de volver a casa por fin”, expresa.
El tiempo ya hace mella en David y su familia, y es que las ganas de vivir finalmente en la tierra de ambos son el motor que les ha llevado a tener una motivación en los diferentes destinos que les ha tocado. Una meta que cada vez está más cerca.