La intermodalidad entre las estaciones de buses y tren en León no une nada y se queda en una acera cubierta para evitar la lluvia
La intermodalidad, ese nudo de enlace para viajeros y que debería permitir el uso común de las estaciones de tren y autobús se quedará finalmente en una techumbre sobre una acera. Es la enésima evidencia de las carencias en las infraestructuras de servicios públicos en la ciudad.
Una acera con techo serán los servicios comunes de ambas estaciones, muy lejos de infraestructuras similares en otras ciudades y a años luz de cualquier planteamiento moderno. "Si se ve desde la distancia es la prueba del caos urbanístico que es este área de la ciudad", se remarca desde los propios trabajadores de Adif. "Ni une más que antes ni ofrece servicio alguno".
Hierro sobre hierro, nada nuevo
Hierro y más hierro sobreelevado para intentar abrir un puente entre dos áreas de servicio público. Entre las calles San Cristóbal y Sancho el Gordo el diseño final resultante solo es un ejemplo de poca planificación y falta de recursos para abrir infraestructuras urbanas más sólidas. 600.000 euros y 350 metros de acera para una obra que se realiza con enorme retraso.
Lo que en su día se anunció como una transformación para facilitar la conectividad entre estaciones, ha derivado en una intervención modesta que apenas cubre lo esencial. La actuación contempla una nueva salida desde la estación de autobuses hacia la calle San Cristóbal, a través de un itinerario pavimentado con materiales pensados para reducir el ruido del tránsito de maletas, y que culmina en la intersección con la avenida de Palencia.
El trazado peatonal está protegido, de acuerdo al proyecto inicial, por una marquesina metálica apoyada en estructuras de acero que delimitan el recorrido y sirven, al menos, como pequeña mejora estética. Este corredor incluirá iluminación led integrada, junto a la renovación del alumbrado público en el entorno más inmediato.
Pésimas infraestructuras
Sin embargo, el proyecto ha generado controversia desde su planteamiento. La eliminación de plazas de aparcamiento en una de las calles adyacentes ha sido criticada por vecinos y comerciantes, mientras que los estacionamientos gestionados por Adif, de carácter privado y de pago, permanecen intactos. A ello se suman los condicionantes técnicos derivados de la configuración ferroviaria actual, que obstaculizan una conexión real entre los modos de transporte.
Expertos y representantes municipales coinciden en que esta intervención parcial no resuelve el problema de fondo: la desconexión entre infraestructuras. La posibilidad de una solución más ambiciosa sigue dependiendo de una segunda fase de integración urbanística que, aunque planteada desde el consistorio, requiere un complejo consenso institucional que aún no se vislumbra en el horizonte.
Mientras tanto, la ciudad se conforma con una pasarela techada como símbolo de una oportunidad desaprovechada para repensar el espacio urbano y modernizar su red de transporte. La obra actual, aunque bienvenida por su intención de facilitar el tránsito entre estaciones, deja en evidencia el desfase entre las necesidades reales de movilidad y las soluciones que finalmente se ejecutan.