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"León es el lugar ideal para impulsar una carrera en hostelería"

Fernando Oliver inició su carrera en la hostelería de León hace casi 30 años, pero un cambio a la Administración Pública le ha hecho encontrar el equilibrio perfecto entre el trabajo y su vida personal
Fernando Oliver, cocinero.
Fernando Oliver, cocinero.

Fernando Oliver lleva casi 50 años viviendo en San Andrés del Rabanedo, un municipio que ha marcado su vida. Desde su niñez, recuerda con cariño aquellos veranos en los que se reunía con su grupo de amigos para jugar al fútbol y recorrer las calles del pueblo hasta la una de la madrugada. "Hacíamos lo que hacían los niños en esa época: salir a jugar a la calle, sin estar pendientes de los teléfonos móviles y con una libertad que hoy parece casi perdida. Tengo un recuerdo muy feliz de mi niñez aquí”, comenta. 

Su camino hacia la cocina comenzó en su juventud, cuando, tras finalizar el bachillerato, se tomó un tiempo para reflexionar sobre su futuro. Fue un amigo quien, al saber de su afición por la gastronomía, le sugirió que estudiara cocina en el centro de formación San Cayetano. La idea le atrajo de inmediato, ya que de pequeño solía cocinar con su abuelo, algo que siempre va a tener en su recuerdo. “Siempre me ha gustado cocinar, y este recuerdo me impulsó a formarme en lo que, sin saberlo, terminaría siendo mi verdadera vocación”, dice Fernando.

León, el lugar ideal

León, con su gran tradición hostelera, se mostró como el lugar ideal para desarrollar su carrera. "Tenía una gran salida en León, ya que es la ciudad con más negocios de hostelería de España". "Es el lugar ideal para impulsar una carrera en hostelería", añade. La capital le ofreció múltiples oportunidades. A pesar de recibir varias ofertas para trabajar fuera, Fernando optó por quedarse. “No me atreví a irme. Al final, lo que quería era estar cerca de los míos”, explica.

"Tenía una gran salida en León, ya que es la ciudad con más negocios de hostelería de España"

Tras completar su formación en hostelería y trabajar de ello una temporada, decidió dar un giro a su carrera y presentarse a oposiciones en la Administración Pública, hasta que aprobó una de ellas que le permitió trabajar como cocinero en una escuela infantil. Para él, este paso fue un acierto: “Da gusto trabajar para los niños, son muy agradecidos y, ver que a medida que va pasando el tiempo se acuerdan de las cosas que les hacía para comer y de mí, me produce una satisfacción inmensa”.

El equilibrio necesario 

Su decisión de pasar de la hostelería privada a la pública no fue casual. Fernando reconoce que las condiciones laborales en la hostelería privada no eran las mejores. “Cuando eres joven, no te importa, pero a medida que te haces mayor, esas condiciones se vuelven insostenibles. En la Administración Pública encontré un equilibrio entre trabajo y vida personal, algo que era esencial para mí”, explica.

A pesar de su amor por su tierra, Fernando tiene una visión crítica sobre el futuro de León. “Es una ciudad muy buena para vivir, pero con poco futuro. Solo hay funcionarios y hosteleros. Haría falta que se fomentaran industrias que generen empleo para los jóvenes, para evitar que tengan que marcharse fuera en busca de oportunidades”, reflexiona.

En su tiempo libre, Fernando disfruta de su pasión por el pádel, que juega con amigos, un plan que siempre termina con una tapa en uno de los bares de León, una tradición local que él valora especialmente. “Esto no lo podríamos hacer en cualquier otra ciudad”, dice.

 “Esto no lo podríamos hacer en cualquier otra ciudad”

A lo largo de los años, Fernando Oliver ha encontrado en León y en la cocina una forma de vida que le ha permitido ser feliz, compartir su pasión por la gastronomía y conectar con la gente que más valora su trabajo. Una vida sencilla, pero llena de satisfacción.