El tiempo
365 leoneses | Milagros Martínez, jubilada

"Mis padres sufrieron mucho por su amor interracial"

Milagros Martínez creció en una familia interétnica marcada por las dificultades sociales | Tras su infancia en Ceuta, se mudó a León, donde formó su familia y valora el amor y sacrificio de sus padres
Milagros Martínez, jubilada.
Milagros Martínez, jubilada.

Milagros Martínez nació en Astorga, pero su historia familiar está marcada por un pasado lleno de sacrificios, dificultades y el amor inquebrantable de unos padres que fueron víctimas de la incomprensión de la sociedad de su tiempo.

Un sufrimiento silencioso

Sus orígenes se remontan a una historia familiar llena de contrastes: su madre, originaria de Toral de los Vados, y su padre, un hombre árabe nacido en África, vivieron una relación en un contexto de gran hostilidad. Hasta que ella cumplió los 16 años, la familia vivió en Ceuta, debido al trabajo de su padre. "Mi padre era militar y luego trabajó en la cocina. Llevaba la comida a los soldados. Los que hacían el servicio militar en Ceuta le tenían mucho cariño", asegura. En los años 40, un matrimonio interétnico era algo impensable, y como ella misma recuerda, la vida de sus padres estuvo llena de sufrimiento silencioso.

A pesar de todo, Milagros destaca el amor y la dedicación de su padre, quien siempre fue "el mejor padre del mundo". Su madre, por su parte, fue una mujer bondadosa, pero marcada por una depresión que la acompañó durante toda su vida. "Las españolas no la querían, y los hombres árabes tampoco comprendían la relación", dice. Sin embargo, cuando era niña, Milagros no entendía completamente lo que ocurría. No fue hasta que creció cuando pudo comprender la magnitud de las dificultades que enfrentaron.

"Las españolas no la querían, y los hombres árabes tampoco comprendían la situación de mi padre"

Traslado a León

A los 16 años, la familia se trasladó definitivamente a León, y recuerda vivir un choque cultural con un paisaje completamente diferente al de Ceuta. "Nunca había visto la nieve en mi vida. Fue una sorpresa grandísima", confiesa. 

Ya instalada en León, Milagros comenzó a integrarse en el mercado laboral. Primero trabajó en una tienda y luego en la Escuela de Minas, donde vivieron durante muchos años y donde comenzó a desempeñar labores de limpieza. Milagros rememora esos años con cariño, pues veía cómo su padre, siempre dispuesto a ayudar, continuaba siendo una figura clave en la vida de la comunidad, incluso después de su jubilación del ejército.

Durante ese tiempo, Milagros también encontró un trabajo que la hizo feliz: ser pescadera en un supermercado, del que después pasó a ser la encargada. "Me encantaba limpiar el pescado", dice. La vida también le dio muy buenos momentos. Es madre de tres hijos, un varón y dos gemelas, quienes se han convertido en el centro de su mundo. Y, ahora, como abuela de dos nietas, dice: "Son mi vida, las quiero con locura".

Aunque los recuerdos de su infancia en Ceuta y la difícil relación de sus padres siguen presentes en su memoria, Milagros prefiere centrarse en los aspectos positivos de su vida. "Gracias a Dios, voy viviendo bastante bien. No tengo grandes problemas, solo los normales de la vida", reflexiona. A pesar de los retos que enfrentó su familia, Milagros asegura sentirse afortunada por haber tenido unos padres tan dedicados y amorosos. "Gracias, papá, por todo el bien que nos hiciste", concluye.

"Gracias, papá, por todo el bien que nos hiciste"

La historia de Milagros es un testimonio de resiliencia, amor y sacrificio. A pesar de las adversidades, su familia siempre permaneció unida y luchó por seguir adelante. Los recuerdos de su padre, de sus recetas que ella ha heredado, de las veces que se "desvivió" por ella y por su madre, siguen siendo su motor. Y aunque la vida no siempre fue fácil, Milagros tiene claro que, a pesar de todo, ha sido afortunada.