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El Cristo de la Esperanza asciende al Castillo de Ponferrada entre fervor y solemnidad

Militares de la USAC ‘Santocildes’ de Astorga portaron la imagen desde el Casco Antiguo hasta la fortaleza templaria en un emotivo acto de la Semana Santa berciana

Ponferrada vivió este domingo uno de los momentos más significativos de su Semana Santa con el solemne traslado del Cristo de la Esperanza hasta el Castillo de los Templarios. La imagen, conocida popularmente como el “Cristo de las mujeres”, fue llevada a hombros por militares del Ejército de Tierra, pertenecientes a la Unidad de Servicios del Acuartelamiento (USAC) ‘Santocildes’ de Astorga.

La procesión, organizada por la Real Hermandad de Jesús Nazareno, partió del Casco Antiguo de la ciudad y se dirigió hacia la fortaleza templaria, donde la imagen quedó entronizada de cara al Viacrucis que tendrá lugar el lunes 14 de abril, uno de los actos centrales de la Semana de Pasión en Ponferrada.

La cuesta del Castillo

Con el cielo cayendo en la tarde-noche, y una ciudad expectante a lo largo del recorrido, la subida del Cristo de la Esperanza por la empinada cuesta que conduce al Castillo fue acompañada por la música tradicional del grupo ‘Ronda de El Salvador’ de Toral de Merayo. Las voces y melodías del conjunto berciano dotaron al acto de una atmósfera profundamente espiritual, mientras los presentes seguían con respeto y emoción cada paso del cortejo.

Fervor y tradición

El acto marca el inicio de los días más intensos de la Semana Santa en la capital del Bierzo. La participación de unidades militares, unida al simbolismo del Castillo como emblema de la ciudad y al profundo arraigo popular del Cristo de la Esperanza, refuerzan el carácter único de esta cita, que conjuga historia, religiosidad y comunidad.

La figura del Cristo de las mujeres

La imagen del Cristo de la Esperanza es una de las más veneradas en la ciudad. Su apelativo popular, “Cristo de las mujeres”, proviene de la especial devoción femenina que ha despertado tradicionalmente, y de la participación activa de muchas cofrades en su procesión. Cada año, su traslado al Castillo se convierte en un acto de fe compartida que trasciende lo puramente religioso y se convierte en una expresión de identidad local.