"Pertenezco a la Hermandad de Jesús Nazareno de Mansilla, la primera cofradía de solo mujeres de España"

“Quería ser papona desde muy pequeña en la cofradía de mi padre, pero no me dejaban porque era solo de hombres”, comienza explicando Ana Martínez sus primeros recuerdos relacionados con la Semana Santa, pasión que comparte con su padre desde que era una niña.
Años más tarde, después de mucho tiempo viendo las procesiones desde fuera, Ana finalmente pudo entrar a formar parte de las mismas, aunque todavía no se convertiría en papona, sino que comenzó a tocar en la Banda Municipal de Mansilla de las Mulas, con la que estuvo saliendo en distintas procesiones alrededor de la provincia durante tres años.

En la banda, Ana tocaba el metalofonio, “es una especie de friscornio, está entre trompeta y friscornio. Suena un poco raro, yo no lo había escuchado en mi vida hasta que lo toqué y no lo he vuelto a escuchar nunca”, explica divertida.

Nazarena de la primera hermandad femenina
Pero su pasión por la Semana Santa y su deseo, casi innato, de procesionar, la llevó a meterse a papona en la cofradía de mujeres de su pueblo, “era donde podía entrar. Es la Hermandad de Jesús Nazareno, la primera cofradía de solo mujeres que hubo en toda España, fundada en 1990”, asegura Ana.
“Esto fue hace ya 15 años”, relata Ana, “tenía 14 y hasta los 18 solo procesionaba, luego ya empecé a pujar y hasta ahora”. Con las Nazarenas de Mansilla Ana procesiona el Viernes de Dolores, Martes Santo, Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección, aunque únicamente sacan a su virgen, La Piedad, “el martes, que es el día que se hace el Vía Crucis, y el Jueves y Viernes Santo”, explica.
Semana Santa a caballo
“Hace 10 años empecé a compaginar con mi padre nuestra pasión por la Semana Santa con la que teníamos con los caballos, porque mi padre llevaba ya unos años saliendo con el caballo en la Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. Como yo era un poco pequeña todavía y tampoco teníamos más de un caballo, solo iba él, pero luego ya empezamos a compaginar para que saliese mi padre un día y otro yo, hasta que pudimos tener dos caballos y salir juntos. Y no hemos dejado de hacerlo hasta ahora”, relata Ana y añade, “así que esta Semana Santa nos volverán a ver, si no llueve”.
Con los caballos, Ana y su padre salen el Jueves Santo por la Mañana, en el Pregón a caballo, en la que solo salen caballos y una pequeña parte de la banda pregonando por las plazas de León que al día siguiente es la procesión. Además, también salen cada Viernes Santo por la tarde, en la Procesión de las Siete Palabras, sobre sus caballos.

La saeta, el cantar
Y hablando de unir pasiones, Ana también destaca su amor por la música y por la Semana Santa del Sur. “En Mansilla siempre había una mujer, Pepita, que cantaba la saeta desde el balcón en frente de la iglesia, hasta que ya no pudo. Y hubo unos años que nadie lo hacía, hasta que me animé”, asegura Ana, quien ha cantado la emocionante saeta durante dos años seguidos, por el momento.
“Hablé con el cura y con el ayuntamiento”, continúa, “el primer año me dejaron megafonía y hablé con la banda que ese año venía el Jueves Santo y lo hice con ellos. Pero ya el año pasado, ni megafonía ni banda, a Capela”.
Entre los motivos que le llevaron a coger el testigo de Pepita en el balcón, Ana asegura que “era algo que me gustaba mucho, un momento muy emotivo de la Semana Santa, el final de la procesión, porque siempre esperábamos que saliera Pepita al balcón a cantar la saeta”. Y de su primera vez, Ana detalla, “el primer año fue muy emotivo porque Pepita estaba allí, vino en silla de ruedas a verme y cuando acabé, me tiró un beso desde abajo. Fue muy emocionante”.

Pasión y música
Y más allá de procesionar y formar parte de maneta activa de la Semana Santa, tanto de su pueblo como de León, a Ana le gusta “evidentemente ir a ver procesiones”. “Para mí la Semana Santa significa escuchar el disco entero de Jesucristo Superstar de Camilo Sesto, que cuenta la Pasión de Cristo en canciones”, asegura y añade, “desde que acaba la Navidad, es momento de empezar a pensar ya en Semana Santa, escuchar bandas de cornetas y tambores, ir a conciertos y todo lo que implica eso”.
Y es que, a pesar de ser solo una semana al año, para Ana es una de las más especiales. Un momento para disfrutar de todas sus pasiones juntas y, lo más importante, al lado de su padre y de las personas que más quiere.
