"He tenido el honor de acompañar a mis clientas en momentos muy importantes de sus vidas"

Paloma Yudego Alonso, una leonesa apasionada por la peluquería desde su infancia, ha dedicado su vida a peinar y cuidar el cabello de cientos de leonesas, siendo testigo de momentos tan especiales como bodas, graduaciones y primeras comuniones. Su historia es la de una mujer que, desde que era una niña, soñaba con el mundo de la peluquería.
"Desde pequeña, lo que me fascinaba era el mundo del cabello. Cada sábado por la mañana, corría a la peluquería de Tomasa, donde para mí era como estar en un parque de diversiones. Disfrutaba con los peines, los cepillos, el agua... todo lo relacionado con el cabello me encantaba", recuerda Paloma.
"Desde pequeña, lo que me fascinaba era el mundo del cabello"
Su amor por la peluquería comenzó con algo tan sencillo como peinar a sus muñecas, especialmente a la muñeca Nancy, "de pelo largo y pelirrojo". "Con 15 años, empecé a estudiar en el instituto de la Torre. Eran cinco años de formación profesional. Al principio, no entendía para qué necesitaba tantas asignaturas como matemáticas o historia, pero con el tiempo me di cuenta de que todo sumaba", confiesa.
Fue durante su primer año de estudios cuando una profesora, Carmen, le presentó la oportunidad de trabajar en la peluquería de Peinados Tere. "Toda mi clase se postuló para el puesto de lavar cabezas, pero de las cinco seleccionadas, me quedé yo. Estaba tan emocionada que no me lo podía creer. Ahí empezó mi vida trabajando y estudiando al mismo tiempo, y lo que aprendí solo viendo a los profesionales fue invaluable", comenta.
Un giro en su carrera
Luego, Paloma dio un giro en su carrera al unirse a la franquicia "Rizos", donde fue formada como colorista. "El aprendizaje fue difícil y diferente. Me enseñaron desde cómo recibir a los clientes, hasta cómo asesorarlos y cómo tratar su cabello. Fue un mundo completamente nuevo para mí, pero me fascinó", dice. Durante su tiempo en "Rizos", se formó en técnicas de corte y color, y aprendió de grandes maestros, como Manolo, con quien se especializó y aprendió lo que hoy es.
Un sueño hecho realidad: Su propio salón
Tras unos años de aprendizaje, Paloma decidió dar el siguiente paso y abrir su propio salón de peluquería. "Con 20 años, empecé a ahorrar para poder abrir mi negocio. A los 24, abrí mi primer salón en Antolín López Peláez. Fue un momento muy importante en mi vida", recuerda Paloma. "Trabajaba mucho, pero la gente del barrio me apoyó muchísimo", recuerda.
Tras la llegada de sus dos hijas, Paloma tuvo que adaptarse a una vida aún más ajetreada, compaginando su trabajo con la crianza de sus niñas. "Al principio era una locura. Estaba trabajando 14 o 15 horas al día y, al mismo tiempo, criando a mis hijas. No sé ni cómo lo hacía, pero poco a poco fui contratando a más personal y mi salón fue creciendo", explica.
La peluquera de generaciones completas
La conexión con sus clientes ha sido siempre algo especial. Paloma ha sido la encargada de peinar a generaciones completas, desde las madres hasta las hijas. "Siempre he tenido el honor de acompañar a mis clientas en momentos muy importantes de sus vidas: graduaciones, bodas, nacimientos. Me hacían sentir muy importante, y por eso me he esforzado siempre al máximo por brindarles el mejor servicio", asegura.
"Me he esforzado siempre al máximo por brindarles el mejor servicio"
Finalmente, con 37 años, Paloma colgó sus tijeras. A lo largo de los años, la peluquería se ha convertido en una verdadera pasión para ella. "Para mí, la peluquería es como un hobby. Cuando cojo un peine y unas tijeras, me pierdo en el mundo del cabello. Es algo que me sigue fascinando", declara.
Por último, Paloma quiere agradecer a todas las personas que han confiado en ella a lo largo de su carrera. "Agradezco a todas mis clientas, a los profesionales que me han acompañado en este camino, a Tere, que en paz descanse, y a Leonor Pérez Huerga, que me enseñó a ser una profesional y una mejor persona. Estoy muy agradecida por todo lo que he vivido en estos 27 años", concluye.