"El tenis de mesa me ha dado un bronce nacional y un compañero que hoy es astronauta"

Por las calles de Valencia de Don Juan, en la provincia de León, correteaba una niña que parecía no poder estarse quieta. Entre el baloncesto, la natación y el patinaje, Lucía González siempre fue de moverse, de competir, de compartir deporte con su hermano. Hoy, con 18 años y casi una década de competición a sus espaldas, es una de las promesas del tenis de mesa en Castilla y León.
"Empecé con siete años, en una jornada de puertas abiertas. Mi madre vino un día a casa y nos dijo: '¿Queréis ir a probar tenis de mesa?'. Fuimos, nos gustó… y aquí seguimos".
De Coyanza a los campeonatos de España
Lucía dio sus primeros pasos en el Club Coyanza, y pronto la competición llegó: a los nueve años ya estaba federada y participando en ligas territoriales. "Llevo compitiendo nueve años ya. Empecé desde muy abajo, en la Liga Regional, y poco a poco fuimos subiendo".
En ese club leonés, también compartió equipo durante un tiempo con Pablo Álvarez, hoy astronauta y orgullo leonés. "Era un súper buen compañero, nos llevábamos muy bien. Ahora ya no tiene tiempo, claro, pero fue bonito compartir equipo con él", rememora.
Una historia de amistad y raquetas
Uno de los hilos más bonitos de su historia personal es su amistad con Isabel Bernardo, su compañera. "Nos conocíamos desde pequeñas porque nuestras madres eran amigas. Con los años perdimos el contacto, pero el tenis de mesa nos volvió a unir. Desde entonces hemos jugado todas las ligas juntas".
Juntas, han conquistado títulos regionales y vivido ascensos. "Fuimos campeonas de Castilla y León varias veces, tanto individual como por equipos. Subimos a División de Honor hace tres años con el Coyanza, aunque luego no pudimos mantener la categoría. Pero nos fichó un equipo asturiano, el Corverastur, y allí sí la mantuvimos".
Hitos más destacados
Entre sus hitos más destacados, dos medallas de bronce en campeonatos de España: una por equipos en 2018 y otra, aún más especial, en individual en 2022.
"Ese bronce individual fue de lo más importante. Gané a una chica contra la que siempre perdía. Iba con miedo, convencida de que me iba a ganar… y al final la vencí. Fue una felicidad inexplicable", afirma. Y es que, Lucía, recalca lo importante que es la cabeza en esta disciplina. "Lo psicológico en este deporte lo es todo. Puedes estar muy bien entrenada, pero si mentalmente no te ves capaz, no juegas bien. Yo tuve una época muy mala por eso".
Un deporte exigente… y muy físico
Aunque desde fuera pueda parecer lo contrario, Lucía insiste en que el tenis de mesa requiere estar en forma. "Mucha gente piensa que solo necesitas mover el brazo. Pero no: se usan muchísimo las piernas, la coordinación, y sobre todo, la cabeza".
Entrenan dos veces por semana en el Club Coyanza, aunque con frecuencia su compañera y ella se acercan también a León para sesiones extras. Desde hace unos meses, además, va al gimnasio: "Se nota muchísimo. Tengo más agilidad, más resistencia y más confianza", afirma.
Estudios y futuro
Lucía compagina el deporte con el primer año del grado en Ingeniería Agrícola. "El tenis de mesa no me quita tiempo para estudiar. Entreno cuatro horas por semana y los partidos del finde. Nada más".
Y aún con todo, este año participará también en el Campeonato de España Universitario, junto a Isabel. "No hay tanto nivel como en los federados, así que a ver si conseguimos algo".
Una pasión sin techo
Ha viajado por media España compitiendo: Guadalajara, Cartagena, Antequera… "En los campeonatos de España federados, lo más que he conseguido ha sido llegar a cuartos. Pero el nivel es altísimo. Hay chicas que entrenan en centros de alto rendimiento, casi profesionales". Aun así, Lucía sigue firme y soñadora. "Para mí, este deporte lo es todo. Me da una felicidad inexplicable", sentencia.
Y con el regreso del equipo femenino del Coyanza a Primera Nacional, Lucía vuelve a casa, donde empezó todo, a seguir creciendo. Porque como buena leonesa, su empuje no entiende de límites.