"Tocar la batería en camiones enormes es increíble, con Suite 23 fue mi bolo más grande"
Gabri Sánchez es un apasionado de la música, pero no siempre fue así. Lo que sí le ha gustado siempre es la naturaleza y la tranquilidad del pueblo, motivos que le han llevado, después de muchos vaivenes, a asentarse definitivamente en su pueblo natal.
Entusiasta, ‘culo inquieto’ y en constante cambio, así es Gabri, batería y programador informático.
Vida en el pueblo
“Después de haber vivido en una ciudad, tengo claro que no me gusta vivir en ciudades”, así es como Gabri cuenta que su vida está en el pueblo, a pesar de haber vivido en Salamanca durante nueve años y casi un año en Panamá.
Originario de Mansilla de las Mulas, con solo seis años se mudó a Salamanca por el trabajo de su padre. De su infancia en el pueblo recuerda muchas horas en el parque junto a su madre y sus amigos, los mismos con los que años después, a su vuelta a la villa, se dedicó a explorar caminos y bosques.
“La gente del pueblo tiene más sentido de comunidad”, afirma
“La vida es exactamente como yo la recuerdo, desde luego mucho más tranquila que vivir en una ciudad, es mucho más libre, es más natural”, asegura Gabriel, quien se ha asentado definitivamente en su pueblo, comprándose una casa. “La gente del pueblo tiene más sentido de comunidad”, comenta como un plus de la vida rural.
Pero, a pesar de ser un chaval de pueblo, nada tiene que ver su estilo de vida con lo que comúnmente se puede asociar a la vida rural, Gabri es músico y programador informático, además de haber trabajado en la tele.
Principios en la música: FCH
Recuerda que de pequeño apenas escuchaba música, no fue hasta el instituto cuando empezó a encontrar bandas que le llamaban un poco más la atención. Sus gustos, por aquel entonces, eran de lo más variado, desde el power metal de Rata Blanca, Blind Guardian o Slipknot, hasta el rap de los 90’ de Violadores del Verso o Falsalarma.
Pero su relación más estrecha con este arte comenzó en primero de bachiller, “paradójicamente, fue el único año de mi vida en el que suspendí música”, rememora. Su profesora en aquel momento le auguraba un futuro poco prometedor en este ámbito, nada más lejos de la realidad, ya que apenas unos meses después ya estaba tocando en la graduación del instituto.
Fue el año en el que su relación con su amigo David dio un paso más allá, pasando de amistad a compañeros de grupo. “David sabía un montón de música, me enseñaba muchas cosas y yo a él”, cuenta Gabri. Y la idea de montar una banda llegó prácticamente por inercia. Así fue el nacimiento de FCH, primer grupo de ambos, junto a un par de amigos más.
“El instituto nos hizo amigos, la música nos hizo hermanos”, asegura Gabri recordando sus primeros pasos sobre un escenario. Comenzó tocando el bajo, pero cuando el batería dejó el grupo, se animó a ‘ponerse a las baquetas’, “sin saber que iba a ser el último momento en el que tocase el bajo”, asegura.
"El instituto nos hizo amigos, la música nos hizo hermanos", asegura Gabri
Y es que, desde aquel momento comenzó su historia de amor con la batería y empezó a ir a clase con Fernando Santamarta, timbalista de la Sinfónica de León, con quien sigue a día de hoy, después de casi 11 años.
FCH empezó sin pretensiones, era una banda de amigos en la que tocaban versiones que les gustaban, simplemente “por diversión”. Recuerda la experiencia como un punto clave en su relación con la música, “nos vino muy guay”, empezaron a dar conciertos, a tener locales, a ensayar, a componer algún que otro tema, llegando incluso a grabar uno. Pero pasado un tiempo, “el grupo no dio para más”, afirma Gabri.

Incolora, un proyecto más adulto
FCH no fue más que la antesala de un proyecto más serio. David, al que describe Gabri como un músico capaz de anticiparse a las tendencias, fue el encargado de darle un nuevo rumbo a la banda. “Se había estudiado el primer EP de Supersubmarina y nos lo enseñó diciéndonos que ese era el camino por el que quería llevar al grupo".
Así nació Incolora, “bebiendo de la primera generación del indie español, con grupos como Supersubmarina, Lori Meyers, Second o Dorian”. En paralelo, Gabriel empezó a tener otras influencias del género a nivel internacional, como Artic Monkeys o The Black Keys.
Incolora empezó con un repertorio mixto, con versiones y unos siete temas propios. El grupo estaba enfocado en el directo, cuenta Gabri, pero después de quedar segundos en un concurso de bandas, grabaron cuatro canciones en ‘Music Center’, dos del premio y dos con un poco de dinero que juntaron.
Gabriel señala el año 2016 como un momento importante en la carrera de Incolora y en la suya propia, puesto que sacaron su primer EP con varios conciertos de presentación, llegando a ser teloneros de Ángel Stainch en el Gran Cafest, la celebración del décimo aniversario de El Gran Café en Espacio Vías.
Pero después de este despunte, David se fue de Erasmus y Gabri, junto a su padre, se fue a Panamá, quedándose la banda en standby.
La música después de Incolora
Gabri estuvo apenas un año viviendo en Panamá, pero, una vez más, la vida en su pueblo natal le llamaba mucho más y regresó. A su vuelta, siguió tocando por separado. Comenzó a hacer covers y a grabarlas para Youtube, con una batería electrónica y en su propio salón, “con poca calidad”, asegura. Pero, paralelamente, abrió en su canal una sección en la que iba subiendo transcripciones de partituras de batería, algo que parece ser poco común en el ‘mundillo’ y que le ha aportado gran cariño de la comunidad.
Durante dos años, esta fue su vida musical, en clases, ensayando y sacando covers, hasta que, “estaba un día en el local y sonó el teléfono”, recuerda. Era Ion Andrés, estaba montando la Orquesta Histeria con Pedro Törque y necesitaban un batería. “Pero después de tener 46 temas ensayados, llegó el covid”, cuenta al Heraldo de León. Ese proyecto se vio truncado, pero adelanta que, años más tarde, se retomó de otra manera.
"Tocar en camiones es una pasada", cuenta
Entre medias, ya superada la pandemia, Gabri empezó a tocar con El Grito de Munch, donde estuvo unos tres años y medio. Daban “conciertos de calidad muy seria”, también versiones, tocando en bodas, salas de conciertos y hasta el ‘Come y Calle’. Este fue otro de los momentos clave de su carrera musical, la “consolidación de ser más profesional”, asegura.
Después de este proyecto, Gabri recibió nuevamente una llamada de Ion y Pedro, querían incrementar lo que, por aquel entonces era un dúo, llegando a convertirlo en Suite 23, una orquesta con la que Gabriel giró durante la temporada de 2024. “Tocar en camiones enormes es una pasada”, afirma recordando este proyecto con el que asegura haber dado su bolo más grande.
Al terminar la temporada, la orquesta se disuelve y vuelve al dúo original, pero Gabri, junto a otros componentes, se anima a lanzar su primer proyecto propio, Los Corzos. Apenas llevan cuatro meses, pero avanza que este 2025 se escuchará hablar sobre la banda. “Ya no hay versiones, las baterías son mías, incluso me he animado a componer letras por primera vez”, cuenta emocionado.
En paralelo, Gabriel es batería de Ciudad Tributo, un grupo que comparte con músicos muy buenos, tal como comenta.

La tele, “otra manera de hacer directo”
Pero la música no es su única pasión. Gabri habla de sus años como estudiante y del poco interés que mostró, por aquel entonces, por el bachiller científico. Tras un año con muchos suspensos, se aventuró a estudiar un FP medio de Instalaciones de Telecomunicaciones. Fue entonces cuando se fue a Panamá y, a su vuelta, retomó el bachillerato, pero ahora en la Escuela de Artes.
Recuerda haber conocido a “gente muy guay”, artistas, músicos, gente muy interesante. Al acabar, se presentó a selectividad, aun sabiendo que no estudiaría una carrera, ya que se animó a estudiar, en María Auxiliadora, Realización de Proyectos Audiovisuales y Espectáculos.
Estando todavía en primero, comenzó a hacer prácticas en la tele, aunque no le convalidasen. Así conoció un mundo que le apasionaba, “otra manera de hacer directo”. Conoció a Santi Ordóñez, jefe técnico en RTVCyL en su delegación de León, “una de las mejores personas que he conocido en mi vida”, afirma Gabri y continúa contando que con él aprendió todo lo que sabe de televisión. Trabajó en la tele, en productora, llegando a grabar algún episodio de “Comando Actualidad”.
Pero la vida le llevó por otro camino, el de estudiar Desarrollo de Aplicaciones, lo que le ha llevado a su puesto actual como programador, en el que lleva ya cuatro años.
Tiene claro que la música es su gran pasión y tiene la suerte de haber podido llegar a convertirla en su estilo de vida. A día de hoy, compagina su trabajo frente al ordenador con la batería, pero quién sabe si algún día llegaremos a verle sobre los grandes escenarios nacionales.