León, el Domingo de Ramos, el burro y las palmas: el origen de la celebración

Este Domingo de Ramos, León volverá a sumergirse en uno de los días más emotivos y concurridos de su Semana Santa. La jornada, que marca el calendario de procesiones, se espera con fervor por miles de personas que tomarán las calles desde primera hora. La liturgia, la tradición y la esperanza se entrelazan en una fecha que avanza en el camino espiritual hacia la Pascua.
A la espera de que el tiempo acompañe, la ciudad ultima los preparativos para una jornada que no solo es festiva, sino también profundamente simbólica. La mirada se posa en los actos religiosos, las palmas, y un gesto que, siglos después, sigue emocionando: la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
El origen de la celebración
El Domingo de Ramos rememora un episodio fundamental de los evangelios: la llegada de Jesús a Jerusalén, días antes de su pasión y muerte. Fue recibido con entusiasmo por el pueblo, que agitaba ramos de palma y extendía mantos a su paso. Pero lo más llamativo fue su elección de montura: un burro.
Este detalle no es menor. El burro simboliza humildad y sencillez, en contraste con el caballo de guerra de los reyes poderosos. Jesús eligió acercarse a su pueblo sin imponerse, sino con un mensaje de entrega, servicio y amor. Las palmas, por su parte, evocan victoria y esperanza: eran un signo de reconocimiento al Mesías que venía a traer salvación, no por la fuerza, sino por la fe.
La bendición de las palmas: un gesto de fe
Uno de los momentos más significativos del Domingo de Ramos es la bendición de ramos y palmas, que los fieles llevan consigo a misa o a los actos previos a las procesiones. Este gesto tiene una profunda raíz simbólica: al igual que la multitud de Jerusalén recibió a Jesús, hoy los creyentes lo acogen espiritualmente en sus vidas.
Las palmas bendecidas se conservan en los hogares durante todo el año como signo de protección, fe y esperanza. Son un recordatorio de que, pese a los desafíos, el mensaje de paz y amor de Cristo sigue vigente.
Inicio de un camino hacia la Pascua
El Domingo de Ramos no solo abre la Semana Santa, sino que también da comienzo a un tiempo de introspección y recogimiento. Es la antesala del Triduo Pascual, en el que se revive la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Para muchos creyentes, este día representa el inicio de un camino interior, donde se reflexiona sobre el sufrimiento, el sacrificio y el verdadero sentido del compromiso espiritual.
León, con su arraigada tradición semanasantera, vivirá este domingo con intensidad. Calles repletas, emociones contenidas, ramos en alto y un mensaje que, año tras año, vuelve a tocar corazones: la esperanza entra en la ciudad, humilde, sobre un burro, y es acogida con palmas y fe.
Este Domingo de Ramos, León no solo recuerda un hecho histórico. Lo revive con fe viva, entre incienso, música y oración, abriendo así una de las semanas más intensas del calendario litúrgico y cultural de la ciudad.