"Que nadie olvide que en los rincones más perdidos de la provincia de León todavía queda vida"
En San Pedro de Foncollada, un pequeño y apartado pueblo de la montaña leonesa, Flori, es uno de los pocos rostros que sigue dando vida a un lugar que, antaño, albergaba a más de 200 personas. Hoy, a sus 70 años, se mantiene firme en un hogar donde algunas casas caen, pero su memoria y sus historias permanecen vivas.
"Yo nací en una casa que ya no existe. Ahora, muchas de ellas están derruidas. Parece imposible que tanta gente pudiera vivir en un pueblo tan pequeño. Los vecinos arreglaban las cuadras y vivían en ellas", argumenta.
Flori Corral es una de las 15 personas que aún viven de forma permanente en San Pedro de Foncollada, y, entre ellos, cinco han crecido junto a ella.
"Yo nací en una casa que ya no existe. Ahora, muchas de ellas están derruidas"
Falta de recursos
La rutina diaria no es del todo cómoda. El pueblo no cuenta con ningún medio para que los vecinos puedan abastecerse. Cada jueves, Flori viaja a Cistierna para hacer la compra de la semana. "De vez en cuando, viene alguna furgoneta con carne o pan, pero tampoco de manera continuada. En caso de que haya alguna urgencia tenemos que desplazarnos a Cistierna", argumenta.
A pesar de las dificultades, el nuevo presidente del pueblo ha convertido la antigua escuela de San Pedro en un bar comunitario. Una idea en la que los vecinos se sirven lo que ellos consideran y dejan el dinero en un bote. "Todos los días sobre las siete de la tarde voy a jugar al parchís o a mirar como juegan los demás", afirma Flori. Es una forma de mantener al pueblo entretenido y unido.
"Todos los días sobre las siete de la tarde voy a jugar al parchís o a mirar como juegan los demás"
Además, Flori ha encontrado en sus animales una compañía invaluable. Se encarga de alimentar a los gatos del pueblo y mantiene a sus gallinas. "Soy feliz con los animales. Me hacen mucha compañía y estoy entretenida". La soledad del pueblo la compensa con ello y con la relación tan cercana que mantiene con los vecinos.
Poniendo rostro a los rincones más olvidados de León
Su historia es la de una de esas personas que, a pesar de los años y las adversidades, sigue preservando el alma de su pueblo y de sus raíces. Su historia refleja el testimonio de una época que puede parecer lejana, pero que sigue viva gracias a su perseverancia. En un tiempo donde la despoblación es un tema recurrente, Flori con su vida sencilla y sus recuerdos, reivindica: "Que nadie olvide que en los rincones más perdidos de León, aún hay vida".